Imagen de portada. Fotografía de la presentación de los resultados de la obra de mejoramiento edilicio, en la asamblea mensual de la Colonia 20 de abril (agosto de 2022). Fuente: archivo de ArqCom, ciudad de La Plata.


ARQUITECTURA COMUNITARIA Y

MEJORAMIENTO DEL HÁBITAT RURAL

Coordinación de obra en la

Colonia Agroecológica 20 de abril

Andrea Di Croce Garay, Guido Agustín Prada,

Juan Ignacio Rojas Chediac y Maira Muiños Cirone


RESUMEN

En el actual contexto de crisis habitacional rural en Argentina, las experiencias agroecológicas en el hábitat impulsadas por organizaciones campesinas se configuran como una forma alternativa de producción del espacio y disputa por el derecho a la tierra. En este contexto, este artículo analiza el rol de la coordinación técnica en la colonia Agroecológica 20 de Abril (Luján), desarrollada en articulación entre ArqCom (LP), la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) y la Colonia Agroecológica 20 de Abril.  A partir de un enfoque cualitativo y participativo, el trabajo sistematiza una experiencia concreta de mejoramiento edilicio a la luz de la arquitectura popular y crítica, que busca tensionar el modelo liberal de la profesión y redefine el vínculo entre técnica, política y territorio. Se hipotetiza que la coordinación de obra, entendida como una práctica colectiva y pedagógica, constituye un dispositivo político que redistribuye el saber técnico y fortalece las capacidades de autogestión comunitaria. Así, estas prácticas no sólo mejoran las condiciones materiales del hábitat campesino, sino que transforman la noción misma de la arquitectura, ampliando el horizonte hacia una praxis territorial, emancipadora y situada.

PALABRAS CLAVE

coordinación de obra; arquitectura crítica y popular; colonias agroecológicas; hábitat rural.

DATOS DE LOS AUTORES

Andrea Di Croce Garay. Arquitecta. Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Magíster en Estudios Urbanos (UNGS). Doctora en arquitectura y urbanismo (UNLP). Diplomada en Bioarquitectura (UTN). Becaria posdoctoral de CONICET con sede en el Centro Interdisciplinario de Estudios Complejos (CIEC, FAU, UNLP). Docente en nivel secundario, grado y posgrado. Integró el colectivo ArqCom. Trabaja temas vinculados al acceso y mejoramiento del hábitat popular urbano y rural.

Contacto: andreadicroce@hotmail.com.

ORCID ID 0000-0002-7173-6555 

Guido Agustín Prada. Arquitecto. Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Especialista en Infraestructura escolar (UNL). Docente universitario de Introducción a la materialidad y de nivel secundario de personas adultas. Integró el colectivo ArqCom. Trabaja temas vinculados a programas de infraestructura escolar rural.

Contacto: guidoprada@gmail.com.

ORCID ID 0000-0001-6100-6527 

Juan Ignacio Rojas Chediac. Arquitecto. Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Doctor en geografía (UNLP). Integrante del Centro Interdisciplinario de Estudios Complejos (CIEC, FAU, UNLP). Docente en nivel secundario y grado. Extensionista universitario. Integrante de la organización territorial ArqCom. Trabaja temas vinculados a periferias y vida cotidiana.

Contacto: juan.rojaschediac@gmail.com.

ORCID ID 0000-0001-7518-3778 

Maira Muiños Cirone. Arquitecta. Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Doctoranda en Estudios Urbanos en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Becaria doctoral de CONICET con sede en el Centro Interdisciplinario de Estudios Complejos (CIEC, FAU, UNLP). Docente en Taller de Escritura, Facultad de Diseño y Comunicación, Universidad del Este. Docente ayudante en Teorías Territoriales (FAU, UNLP). Docente en Historia (FAU, UNLP). Integrante de la organización territorial ArqCom. Trabaja temas vinculados a espacio público urbano, género y economía popular.

Contacto: mairamuinosc@gmail.com.

ORCID ID 0000-0001-6341-3150

AGRADECIMIENTO

A los y las productoras de la Colonia Agroecológica 20 de abril, Luján, por el tiempo y los aprendizajes compartidos. A la UTT, por facilitar el acceso a esta experiencia. Al colectivo ArqCom (LP), por ser espacio de acción y debate. Al CONICET, por el financiamiento de las horas de trabajo de los/as autores/as de este manuscrito.


ARQUITETURA COMUNITÁRIA E

MELHORIA DO HABITAT RURAL

Coordenação de trabalhos na

Colônia Agroecológica 20 de Abril

RESUMO

No atual contexto da crise habitacional rural na Argentina, as experiências agroecológicas no habitat impulsionadas por organizações campesinas configuram-se como uma forma alternativa de produção do espaço e disputa pelo direito à terra. Neste contexto, este artigo analisa o papel da coordenação técnica na Colônia Agroecológica 20 de Abril (Luján), desenvolvida em articulação entre a ArqCom (LP), a União dos Trabalhadores da Terra (UTT) e a Colônia Agroecológica 20 de Abril. A partir de uma abordagem qualitativa e participativa, o trabalho sistematiza uma experiência concreta de melhoria edificatória à luz da arquitetura popular e crítica, que busca tensionar o modelo liberal da profissão e redefinir a relação entre técnica, política e território. Hipótese-se que a coordenação de obra, entendida como uma prática coletiva e pedagógica, constitui um dispositivo político que redistribui o saber técnico e fortalece as capacidades de autogestão comunitária. Assim, essas práticas não apenas melhoram as condições materiais do habitat campesino, mas transformam a própria noção de arquitetura, ampliando o horizonte para uma práxis territorial, emancipatória e situada.

PALAVRAS CHAVE

coordenação de trabalho; arquitetura crítica e popular; colônias agroecológicas; habitat rural.


COMMUNITY ARCHITECTURE AND THE IMPROVEMENT OF THE RURAL HABITAT

Work Coordination at

Agroecological Colony 20 de Abril

ABSTRACT

In the current context of the rural housing crisis in Argentina, agroecological habitat initiatives driven by peasant organizations are emerging as an alternative form of space production and a struggle for the right to land. In this context, this article analyzes the role of technical coordination in the "20 de Abril" Agroecological Colony (Luján), developed through a partnership between ArqCom (LP), the Union of Land Workers (UTT), and the "20 de Abril" Agroecological Colony. Using a qualitative and participatory approach, the study systematizes a specific experience of building improvement in light of critical and popular architecture, which aims to challenge the liberal model of the profession and redefines the relationship between technique, politics, and territory. It is hypothesized that construction coordination, understood as a collective and pedagogical practice, constitutes a political mechanism that redistributes technical knowledge and strengthens community self-management capabilities. Thus, these practices not only improve the material conditions of the peasant habitat but also transform the very notion of architecture, expanding the horizon towards a territorial, emancipatory, and situated praxis.

KEYWORDS

Work Coordination; Critical and Popular Architecture; Agroecological Colonies; Rural Habitat.


INTRODUCCIÓN

La expresión actual de nuestros territorios es el resultado de procesos sociales, económicos y políticos que durante décadas moldearon una situación territorial latinoamericana caracterizada por conflictos territoriales, expulsión de comunidades rurales, hiper-concentración de suelos productivos y concentración poblacional en centros urbanos. En las últimas décadas la situación habitacional se agravó y profundizó con el crecimiento de un modelo capitalista global e imperialista que profundizó la brecha y la polarización en el ingreso globalmente generado, en un contexto de financiarización del desarrollo urbano (Rolnik, 2017; Delgadillo, 2021), alejando cada vez más a gran parte de la población de las posibilidades de acceso al suelo. La crisis habitacional tomó un carácter estructural, donde el acceso al hábitat productivo y residencial afectó a amplias capas de población y, en particular, a nuevos sectores sociales precarizados (Kessler y Di Virgilio, 2008; Bauman, 2015).

Las áreas periurbanas presentan expresiones territoriales de esta situación, entre las cuales los barrios cerrados y los asentamientos informales han sido los contextos periurbanos arquetípicos más estudiados (Segura y Cingolani, 2021). No obstante, existen otras tendencias de expansión como las desarrolladas por los sectores campesinos que habitan los bordes de las ciudades en los llamados cordones productivos fruti-hortícolas. En estos enclaves podemos reconocer situaciones habitacionales conflictivas, como el acceso a la tierra y las lógicas extorsivas de alquiler que impiden el arraigo a un sitio, excluyendo a su población de servicios e infraestructura esencial. La expresión física resulta ser la producción de núcleos habitacionales precarios que afectan negativamente las condiciones materiales de vida de sus habitantes.  Frente a estas condiciones, a través de prácticas técnico-políticas asociativas coordinadas por organizaciones sociales, se gestionaron espacios productivos y residenciales colectivos mediante los que dar respuesta a las dificultades de acceso a la tierra.

En estas experiencias se despliegan entramados actorales que involucran tanto a pequeños productores directamente afectados, como organizaciones sociales y colectivos de técnicos y profesionales críticos y populares, cuyas intervenciones no se limitan a la participación comunitaria y la mejora material de las condiciones de vida. Su apuesta se orienta, también, de manera explícita y estratégica, hacia la transformación de las relaciones sociales y de producción que se desarrollan durante el proceso constructivo (Rojas Chediac et al., 2025). Esta arquitectura, posicionada desde un paradigma diferente -comunitario, popular y crítico- al tradicional, redefine así los términos bajo los cuales se produce y habita el espacio.  

En este contexto, la presente investigación analiza una experiencia de trabajo coordinado entre el colectivo de arquitectos/as ArqCom (LP) y la organización de productores/as Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT). Dicha experiencia tuvo como objetivo el mejoramiento del edificio central en una colonia agroecológica ubicada en el partido de Luján -Colonia 20 de abril-, la cual supone una propuesta novedosa en dos aspectos: por un lado, como forma innovadora de producción y ocupación de la tierra, y, por el otro, en el ejercicio de la profesión de la arquitectura de una forma alternativa. El objetivo del trabajo es analizar el rol de la coordinación técnica como práctica de arquitectura popular y crítica, a partir del estudio de un caso paradigmático que constituye una propuesta disruptiva concreta a la problemática del acceso a la tierra y la vivienda en contextos rurales.

Se hipotetiza que la coordinación de obra, entendida como una práctica colectiva y pedagógica, opera como un dispositivo técnico-político en el sentido foucaultiano (Foucault, 1978): un entramado de saberes, relaciones y estrategias que redistribuye el conocimiento técnico y reconfigura las posiciones de poder en el proceso constructivo. Desde esta perspectiva, dicha experiencia constituye espacios de formación y acción transformadora que fortalecen las capacidades de autogestión y la producción colectiva de saberes situados (Freire, 1970). En consecuencia, estas prácticas no sólo inciden en la mejora material del hábitat campesino, sino que también amplían el campo disciplinar de la arquitectura, orientándose hacia una praxis territorial y emancipadora, coherente con una concepción crítica y relacional del espacio, tal como la plantea Lefebvre (1974).

La relevancia del trabajo radica en el valor de la sistematización de estas experiencias para poder reflexionar sobre la mencionada problemática, así como sobre las potencialidades y las limitantes entre la coordinación de equipos técnicos en estas nuevas modalidades de habitar en la ruralidad y el periurbano. El artículo se estructura en cuatro apartados. En primer lugar, se presentan los conceptos teóricos que orientan el análisis, seguidos de la descripción de la metodología empleada. En segundo término, se exponen los resultados, que incluyen la caracterización de los actores, la descripción de la experiencia y la discusión de los principales hallazgos. Finalmente, se ofrecen las conclusiones, donde se recapitulan los resultados más relevantes y sus aportes al campo de estudio.

SOBRE CONCEPTOS Y CONTEXTO

La provincia de Buenos Aires constituye el principal núcleo de producción agropecuaria de Argentina, sobresaliendo por su relevancia en los sectores agrícolas y ganaderos (Capdeville, 2023). Con una superficie rural cercana a los 24 millones de hectáreas -el 77%-, el territorio rural bonaerense contiene 36.700 explotaciones agropecuarias (EAP). El Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 2018 permite identificar al menos dos problemáticas estructurales del agro bonaerense. En primer lugar, la marcada concentración de la tierra, evidenciada en que el 16% de las explotaciones agropecuarias concentran el 66,5% de la superficie provincial, correspondiendo todas ellas a unidades productivas superiores a las 1000 hectáreas. En el extremo opuesto, las explotaciones menores a 100 hectáreas -que representan el 30% del total de EAP- abarcan apenas el 1,8% de la superficie censada. En segundo lugar, se observa un proceso sostenido de expulsión de la población rural, asociado a la reducción de oportunidades laborales derivada de la mecanización de las tareas productivas y del predominio de cultivos extensivos, como la soja, que demandan escasa mano de obra. Este fenómeno se refleja en la disminución de la densidad poblacional rural: mientras en 1988 se registraba una persona cada 141 hectáreas, para 2018 la relación ascendía a una cada 258 hectáreas.

En el entramado provincial, se distinguen cuatro sectores productivos según producción predominante: el norte sojero, el sureste triguero, el centro y serranías para posturas bovinas, y el cinturón o cordón verde hortícola que abarca desde La Plata hasta Campana. Los cordones productivos configuran una forma singular de intervención dentro del área periurbana, que convive y confronta con problemáticas particulares de riesgo habitacional. Los productores residen en las tierras que alquilan para producir, sin que exista reconocimiento económico de los/as arrendatarios/as por las mejoras que puedan hacer sobre el lugar, forzando de esta manera a la reproducción de nodos habitacionales precarios. A esta situación se suma la inseguridad de tenencia de la tierra, con contratos de alquiler de corto plazo, impidiendo el arraigo al lugar, su cuidado y la construcción de vínculos y proyectos a mediano plazo (Ambort, 2017). Por ejemplo, el cordón hortícola platense (CHP) experimentó un cambio a partir del aumento de la superficie productiva cubierta bajo invernaderos plásticos: de las 7.000 hectáreas productivas, 5.000 se encuentran cubiertas[1]. La Plata pasó a dominar el mercado argentino, siendo responsable de más del 80% del volumen comercializado en el Mercado Central de Buenos Aires (García, 2014) y logró introducir sus productos en plazas que antes parecían imposibles por su fuerte tradición hortícola, como es el caso de Rosario, Mar del Plata y Santa Fe.  Este escenario tuvo como protagonista a productores/as de origen boliviano, quienes a fuerza de una “altísima auto explotación laboral y una fuerte contracción del consumo” (García, 2011) se establecieron de forma competitiva en el mercado. Ante un escenario productivo desregulado, las condiciones laborales que sostienen estos niveles de exigencia y producción implican jornadas sin descansos ni posibilidades de licencias, con exposición a agroquímicos y presencia de trabajo infantil y adolescente.

En este escenario productivo, en los últimos años se observa un incipiente crecimiento de las prácticas agroecológicas. En particular, la provincia de Buenos Aires registra un total de 550 Explotaciones Agropecuarias (EAP) vinculadas a modalidades de producción alternativas -agroecológica, orgánica o biodinámica-. Según datos recientes del Registro de Productoras/es y Establecimientos, hasta octubre de 2023 se habían inscripto de forma voluntaria 375 productores/as agroecológicos, entre personas físicas -que constituyen el grupo mayoritario- y jurídicas. Estas experiencias se distribuyen en 87 de los 135 partidos bonaerenses, abarcando un total de 39.566 hectáreas relevadas, de las cuales 32.877 hectáreas corresponden a sistemas de producción agroecológica (De Paz et al., 2024). Parte de estás EAP son acompañadas y promovidas por organizaciones de la sociedad civil que fueron construyendo respuestas basadas en el abordaje comunitario. Así, surgió una nueva propuesta de autogestionar el territorio: las Colonias Agroecológicas Integrales de Abastecimiento Urbano (CAIAU). Creadas por la UTT, estos modelos proponen fortalecer la transición a un modelo productivo y territorial orientado a la soberanía alimentaria, coordinando esfuerzos para crear condiciones de acceso a lotes de 1,5 hectáreas por familia para la producción frutihortícola agroecológica (documentos de la UTT). Esta propuesta habitacional-productiva intenta construir una respuesta a, en principio, cuatro situaciones problemáticas: el cambio climático, la concentración de la producción de alimentos para las ciudades, la concentración poblacional que afecta a las grandes ciudades, y las dificultades de las familias campesinas para acceder a servicios habitacionales. Entre sus objetivos se destaca, además del acceso a la tierra, la posibilidad de garantizar alimentos de calidad a precios justos y en mercados de cercanía en distintos territorios del país.

La base de construcción de las Colonias es el acceso a la tierra en base a acuerdos con gobiernos municipales, instituciones públicas o propietarios privados, a través de la cesión de uso de las mismas o procesos de compra-venta con créditos blandos. Cada familia accede al derecho de uso de un mínimo de 1,5 hectáreas donde residir y producir. Adicionalmente se gestionan las condiciones para que las Colonias tengan acceso a los servicios básicos y a la conectividad, a través de programas de instituciones públicas. Desde el enfoque productivo se configura un sistema de participación y cooperativismo para el equilibrio y sostenimiento de la producción. Si bien cada familia produce en su quinta, varios procesos se realizan de forma cooperativa: fábrica de bio-preparados, galpones de lavado, pre-empaque y empaque, uso de maquinaria común para los trabajos de producción. En relación con la dimensión social, se planifica la construcción de salones de usos múltiples para el funcionamiento de actividades organizativas, educativas, recreativas.

Esta propuesta productivo-habitacional registra en la actualidad un total de cinco casos en la provincia de Buenos Aires, en distintos grados de avance de gestión y materialización (Tabla 1). La colonia “20 de Abril Darío Santillán”, ubicada en Jauregui (Luján) es la de mayor antigüedad, y resulta una experiencia modelo para las próximas colonias.

LOCALIDAD

FAMILIAS

SUPERFICIE (Has.)

AVANCE

Jauregui

44

84

Habitada

Tapalqué

8

17

Habitada

Cañuelas

7

16

En construcción

Hurlingham

22

50

En gestión

Mercedes

5

9

En gestión

Tabla N°1. Proyectos de Colonias bonaerenses: cantidad de familias, superficie y estado de avance.

Fuente: Elaboración propia.

Paralelamente, desde el campo disciplinar, la emergencia de nuevas perspectivas exige una reformulación epistemológica de la práctica arquitectónica. En este horizonte, la denominada arquitectura popular y crítica[2] se inscribe en una tradición de pensamiento orientado no sólo a la mejora de las condiciones materiales del hábitat y la participación comunitaria, sino como un proceso de transformación de las relaciones sociales y de producción involucradas en el trabajo constructivo. A diferencia de otras perspectivas -como aquellas vinculadas a la asistencia en la autoconstrucción, donde persiste una asesoría técnica externa-, este enfoque propone la inserción del/de la arquitecto/a en el proceso de construcción en calidad de coordinador/a, con el propósito de promover transformaciones en la organización productiva (Rojas Chediac et. al, 2025). La reorientación de la arquitectura hacia lo crítico y popular busca evidenciar una ruptura epistemológica respecto de la tradición disciplinar moderna, históricamente ligada a la dirección técnica y al control autoral del proceso. Este giro supone acompañar los intereses y demandas habitacionales de los sectores populares, respetando sus prácticas culturales y sociales, al tiempo que se recupera una mirada crítica que sitúa en el centro no sólo la interpretación de los problemas estructurales de la realidad, sino también su transformación. Así, la arquitectura deja de ser una mediación vertical para devenir una forma de conocimiento situado, donde comprender y transformar se entrelazan en un mismo movimiento (Rojas Chediac et al., 2022).

A partir de la ruptura de los vínculos mercantiles, la arquitectura popular y crítica reconstituye el proceso constructivo como un espacio de intercambio y aprendizaje mutuo, donde los saberes técnicos y comunitarios se reconocen como equivalentes. Los/as arquitectos/as abandonan su rol mediador y dirigencial -propio de los enfoques tradicionales- para convertirse en coordinadores: distribuye el saber técnico, habilita lenguajes comunes y restituye valor a los conocimientos locales. La práctica disciplinar se inscribe así en una pedagogía desmercantilizadora, promoviendo la toma de conciencia sobre las capacidades transformadoras de la comunidad, orientando el proceso colectivo de acuerdo a los intereses del conjunto de sus integrantes (Rojas Chediac et al., 2022).

La coordinación de obra, entendida como dispositivo técnico-político, subvierte las jerarquías disciplinares tradicionales, desplazando la figura del arquitecto-dirigente por la del arquitecto-colectivo. En este desplazamiento, la arquitectura deja de concebirse como una tecnología de diseño para devenir una pedagogía técnico-política, en la que la construcción material es inseparable de la producción social del espacio y de la conciencia transformadora de quienes lo habitan. Este enfoque no sólo promueve una distribución más equitativa de responsabilidades, sino que también abre un campo de diálogo y reconocimiento mutuo, donde la experiencia local y el conocimiento académico convergen en la formulación de lenguajes compartidos y horizontes comunes. Desde esta perspectiva, la práctica arquitectónica se configura como una praxis transformadora, orientada al fortalecimiento de las capacidades colectivas y a la emancipación de los modos de producción y de vida en los territorios populares.

METODOLOGÍA

La presente investigación adoptó un enfoque cualitativo de carácter participativo y reflexivo, orientado a la sistematización crítica de una experiencia de arquitectura popular y crítica en el hábitat rural. Se parte de la comprensión de la práctica profesional como campo de conocimiento situado, donde las tareas de coordinación de obra constituyen, a su vez, un dispositivo de investigación-acción. El estudio se desarrolló en los años 2021 y 2022 y se centró en la experiencia conjunta entre el colectivo Arquitectxs de la Comunidad (ArqCom), la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) y la Colonia Agroecológica 20 de Abril, en Jáuregui, partido de Luján.

Para el desarrollo, se emplearon tres técnicas de producción de información complementarias: i) el análisis documental de informes técnicos, actas de trabajo, croquis y planos elaborados durante la obra; ii) la revisión de notas de campo y registro fotográfico producido por los equipos técnicos y las cuadrillas de construcción; iii) contraste con fuentes secundarias como bibliografía académica, documentación institucional, informe de los actores involucrados. El procesamiento de la información se realizó mediante una lectura interpretativa, orientada a identificar tensiones entre los planos técnico, político y organizativo del proceso, priorizando la reflexividad del equipo investigador, el cual actuó simultáneamente como sujeto técnico y participante del proceso de intervención.

En este sentido, se tomó un posicionamiento de co-producción del conocimiento, cercana a las metodologías de la investigación-acción participativa participativa (IAP), método que nos permite desarrollar una mirada que forma parte de los “enfoques crítico-sociales donde se ha buscado articular conocimiento y acción, teoría y práctica, en el doble propósito que los caracteriza: explicar y comprender críticamente las dinámicas sociales para transformarlas desde unos criterios emancipatorios” (Torres Carrillo, 2006:22). Esto permitió articular los saberes técnicos de la arquitectura con los saberes empíricos de la comunidad campesina, concibiendo el trabajo de campo no sólo como el levantamiento de datos, sino también como un espacio de aprendizaje y transformación colectiva.

En la presentación del caso analizado se retoma la metodología formulada en Rojas Chediac et al. (2025). La misma fue desarrollada a  partir  de  la  propuesta  del  MST  (2009),  en relación  con  formulaciones  teóricas  y  metodológicas tanto de  ArqCom (LP) como de otros autores, arribando a una aproximación metodológica de la arquitectura  popular  y  crítica  basada  en  siete  puntos: i) los acuerdos de trabajo; ii) la planificación; iii) la toma  de  decisiones  y  la  democracia  interna;  iv)  la  organización  interna;  v)  las  tareas  y  roles;  vi)  formación y  divulgación  y  vii)  la  seguridad  y  salubridad. Esta serie de puntos no implican una sucesión lineal en el tiempo, sino que intentan presentar momentos o etapas necesarias en el desarrollo de la arquitectura crítica. Esta metodología fue retomada en la experiencia analizada, lo que permite su análisis a la luz de una experiencia concreta.

EXPOSICIÓN DE LOS RESULTADOS

1. Actores y territorio de Estudio

La configuración contemporánea de los territorios rurales y periurbanos bonaerenses sólo puede comprenderse a partir de las formas de organización social que, en las últimas dos décadas, disputaron activamente las condiciones estructurales de acceso a la tierra y de producción del hábitat. Tras la crisis económica y política de comienzos del siglo XXI, la autonomización de los movimientos campesinos y de productores familiares se convirtió en un rasgo decisivo del nuevo escenario agrario argentino. En ese contexto de deslegitimación de las mediaciones institucionales y de erosión del modelo de representación tradicional, emergieron experiencias colectivas que reconfiguraron las prácticas productivas, el vínculo con el Estado y la propia noción de desarrollo territorial.

Entre ellas, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) ocupa un lugar central como actor político y territorial. Desde su conformación, la organización impulsó un proceso de repolitización del trabajo rural que combina la defensa de derechos básicos con la construcción de alternativas materiales y simbólicas de soberanía. Actualmente agrupa a más de 10.000 familias campesinas y productoras en 15 provincias argentinas, con fuerte anclaje en el cinturón hortícola bonaerense, donde sólo en la zona sur reúne a 5.500 familias (Ferraris, 2014). Su estructura, organizada en grupos de base territoriales articulados en red y sostenidos por una lógica asamblearia de delegados/as, secretarios/as y tesoreros/as, expresa una racionalidad política que privilegia la autonomía, la cooperación y la democracia directa como condiciones para la acción colectiva.

Las problemáticas que atraviesan a este universo productivo condensan las desigualdades históricas del agro argentino: cerca de 200.000 pequeños productores poseen apenas el 13% de la tierra, aunque generan aproximadamente el 60% de los alimentos del país. Más del 70% de esas familias carece de propiedad sobre el suelo que trabaja, dependiendo de contratos de alquiler precarios que imposibilitan el arraigo y reproducen ciclos de endeudamiento. Frente a esta estructura de subordinación, la UTT desarrolla un repertorio de acciones que trasciende la lógica de la protesta: combina herramientas gremiales con prácticas cooperativas, educativas, sanitarias y habitacionales, orientadas a construir soberanía territorial y alimentaria como formas de autogobierno cotidiano (Ferraris, 2014).

De esa praxis surge, en la última década, un proyecto territorial de alcance estructural: las Colonias Agroecológicas Integrales de Abastecimiento Urbano (CAIAU). Estas colonias constituyen espacios de reterritorialización comunitaria, donde el acceso colectivo a la tierra —con fines tanto productivos como residenciales— se convierte en el punto de partida para transformar las condiciones materiales y simbólicas del habitar rural. La propuesta busca no sólo desconcentrar la producción hortícola del cordón platense —caracterizado por la precariedad habitacional y la inseguridad de tenencia—, sino también instaurar un modelo agroecológico y cooperativo orientado a mercados de cercanía y a circuitos de intercambio justos. De este modo, las CAIAU delinean una contrageografía del agronegocio: allí donde el capital agrario impone monocultivo, flexibilidad laboral y desposesión, estas experiencias ensayan una soberanía desde abajo, fundada en la rotación productiva, la cooperación y la autogestión del hábitat.

En este proceso se inscribe una de las experiencias paradigmáticas del nuevo ciclo de organización territorial: la Colonia “20 de Abril - Darío Santillán”, ubicada en Jáuregui (partido de Luján). Creada en 2015, su origen se vincula a la demanda de tierras presentada por la UTT al gobierno provincial, que había prometido la cesión de un predio perteneciente al antiguo Instituto Ramayón López Valdivieso, una ex unidad educativa con internado de la década de 1930. Ante el incumplimiento del acuerdo, la organización impulsó tomas colectivas y simultáneas en Campana y Jáuregui, reclamando el derecho de uso con fines agroecológicos. Mientras la primera fue desalojada, la segunda logró la regularización de la tenencia mediante un comodato de cinco años, recientemente extendido a veinte, condicionado a la producción agroecológica orientada al abastecimiento urbano (Castro, 2022).

El predio de 84 hectáreas combina áreas naturales, caminos, zonas edificadas y 56 hectáreas productivas distribuidas en unidades familiares de 1,5 hectáreas cada una. Allí 36 familias residen y producen de manera cooperativa, compartiendo infraestructuras como el almacén comunitario, una biofábrica y un edificio central de 3.000 m² que funciona como nodo de actividades colectivas (Figura 1). La Colonia se constituye, de este modo, en un laboratorio territorial de modos alternativos de vida y producción, donde el trabajo agroecológico, la cooperación y la autoconstrucción del hábitat se articulan en una práctica que cuestiona las fronteras entre campo y ciudad, producción y reproducción social, técnica y política.

Figura N°1. Plano de usos dados en la Colonia 20 de abril.

Fuente: Recuperado del archivo de ArqCom.

En este entramado, la dimensión técnica del habitar adquirió un papel estratégico. Desde 2012, el colectivo Arquitectxs de la Comunidad La Plata (ArqCom LP) -integrado por estudiantes y graduados/as de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP- ha desarrollado un trabajo sostenido junto a organizaciones sociales en barrios populares y, más recientemente, junto a la UTT en el ámbito rural. Su práctica conjuga acción profesional, investigación situada y militancia territorial, entendiendo la arquitectura como dispositivo de mediación política antes que como servicio técnico. Entre sus intervenciones en el hábitat rural se destacan los relevamientos habitacionales y socioambientales, los talleres de formación en instalaciones eléctricas (Programa Vivienda Segura), el diseño participativo de salas de valor agregado y la elaboración de proyectos urbanísticos y edilicios destinados a viviendas de familias productoras. Estas experiencias consolidaron una metodología de co-producción del hábitat, donde el diseño y la construcción se conciben como procesos de aprendizaje colectivo y redistribución del saber técnico.

La experiencia de Jáuregui, producto de esta convergencia entre productores/as organizados/as y arquitectos/as comunitarios/as, no sólo materializa un modelo de reapropiación social del territorio, sino que encarna una epistemología situada del habitar rural contemporáneo. En ella, la técnica se desjerarquiza y la arquitectura se convierte en un lenguaje común de mediación y transformación colectiva. Lejos de ser un caso aislado, la Colonia 20 de Abril puede leerse como síntoma de las mutaciones que atraviesan las periferias productivas bonaerenses, donde las tensiones entre la acumulación capitalista y las prácticas de resistencia abren el horizonte para nuevas formas de vida, de trabajo y de imaginación territorial.

2. Experiencia de articulación ArqCom-UTT-Colonia 20 de abril

Desde la llegada de las familias al predio de Jáuregui, las tareas de recuperación edilicia se desarrollaron bajo condiciones materiales precarias: las construcciones preexistentes -abandonadas durante décadas- debían reacondicionarse para ofrecer condiciones mínimas de habitabilidad y seguridad. Sin embargo, la magnitud de los trabajos y la escasez de recursos económicos generaron un déficit estructural que obligó a sostener el proceso en el tiempo, a través de una práctica incremental y colaborativa que conjugó la urgencia habitacional con la construcción de capacidades técnicas internas. El edificio central, núcleo simbólico y funcional de la Colonia, cumplía simultáneamente funciones residenciales transitorias y escolares para los/as productores/as y sus hijos/as.

En el año 2021, mediante un acuerdo con el Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia[3], se obtuvo un subsidio para la mejora integral del edificio central, comprendiendo la importancia que tiene el mismo en tareas educativas tanto para las personas que habitan la Colonia como para contingentes externos que participen de actividades educativas. Con el objetivo de realizar la dirección técnica de la obra de mejoramiento del edificio, comenzó a desarrollarse la articulación entre la UTT y ArqCom. Si bien ambas organizaciones habían colaborado previamente en intervenciones menores, este proyecto implicó una nueva jerarquía de trabajo y de roles técnicos, donde la coordinación de obra se entendió no como supervisión externa, sino como dispositivo de coproducción del conocimiento.

El proceso general llevado adelante para el mejoramiento edilicio puede agruparse en cuatro momentos centrales que no operaron de forma lineal, sino en un movimiento dialéctico de aprendizaje y ajuste continuo: (a) Diagnóstico y planificación, (b) Acuerdo de Trabajo y organización interna, (c) Ejecución, (d) Evaluación. Estos momentos, más que constituir fases sucesivas, deben entenderse como instancias interdependientes que se reconfiguraron mutuamente a partir de los aprendizajes emergentes del propio proceso. En su desarrollo, se articularon los siete puntos metodológicos previamente definidos -acuerdos de trabajo, planificación, toma de decisiones y democracia interna, organización interna, tareas y roles, formación y divulgación, y seguridad y salubridad-, algunos de los cuales se correspondieron con momentos específicos, mientras otros operaron de manera transversal a lo largo de toda la experiencia.

Tres de estos principios metodológicos tuvieron una presencia transversal particularmente significativa. En primer lugar, la toma de decisiones se constituyó como núcleo organizativo del proceso, materializada en reuniones periódicas y asambleas comunitarias que garantizaron la participación efectiva de los distintos actores involucrados. Esta práctica consolidó una democracia interna funcional al proyecto, donde las decisiones técnicas se subordinaron al consenso colectivo sin perder su rigurosidad operativa. En segundo término, la formación y divulgación se desarrollaron de modo simultáneo a la ejecución, promoviendo espacios de reflexión política y técnica sobre la producción. Las jornadas de trabajo se convirtieron así en espacios pedagógicos ampliados, donde se discutieron problemas sociales generales y se vincularon con las dimensiones productivas, técnicas y políticas del proceso. Por último, la seguridad y la salubridad en el trabajo fueron asumidas como dimensión ética y política del proceso productivo, y no solo como un requisito normativo. En una práctica basada en el esfuerzo físico y la cooperación, garantizar la integridad corporal de los y las trabajadoras implicó repensar la relación entre cuerpo, trabajo y producción, desplazando la lógica instrumental hacia una ética del cuidado colectivo.

a) Diagnóstico y planificación:

La experiencia de coordinación dio inicio con la conformación de los lineamientos para alcanzar los objetivos técnicos y políticos por los que se buscó articular. La tarea de planificación implica la identificación y análisis del problema, la decisión sobre las acciones, la distribución de las tareas, la clarificación de los roles, y la evaluación de las actividades generales y de grupos. En la etapa inicial, se trabajó con el estudio del convenio, el relevamiento de las condiciones edilicias del predio en general y el edificio central en particular. Dichos relevamientos fueron realizados junto a integrantes de la Colonia, quienes expusieron cuáles eran las mayores dificultades encontradas a lo largo del tiempo vivido en el lugar, los distintos trabajos de mejoramiento que habían realizado y las dudas que tenían sobre el funcionamiento y los desperfectos de algunos servicios. De este modo se buscó dar un carácter participativo al relevamiento, que permitiera la detección de prioridades a partir de las necesidades de los/as usuarios/as.

A partir de ello, se conoció que el abastecimiento eléctrico era una de las necesidades principales. Debido a la complejidad del caso, se decidió trabajar con un especialista en instalaciones eléctricas de alta y mediana complejidad para resolver problemáticas que excedían al circuito interno del edificio y responden a la necesidad de regularizar la situación de alimentación eléctrica de todo el predio. Otro punto del relevamiento fue la mesura del edificio central y la realización de planos con los que no se contaba hasta ese momento por parte de la Colonia. Esto resultó en un material gráfico que permitió allanar el diálogo entre partes y concretar la última instancia que se centró en la consulta a los integrantes de la Colonia sobre las expectativas y deseos de mejoras que expresaban ellos como representantes de las familias que habitan el predio (Figura 2).

Figura N°2. Infografía utilizada para visualizar los espacios a intervenir y las tareas a realizar en los mismos.

Fuente: Recuperado del archivo de ArqCom.

b) Acuerdo de Trabajo y organización interna:

Habiéndose dimensionado las tareas a realizar, se dio forma a los acuerdos de trabajo, que constituyen el punto de partida para desarrollar la producción de la arquitectura popular y crítica. Se basa en la definición de objetivos comunes generales y particulares -plazos, alcances y limitaciones.  Se buscó consensuar entre todo/as los/as integrantes un marco político-ideológico y técnico-organizativo para el desarrollo de las actividades, definiendo los roles de cada sujeto en base a las condiciones materiales e inmateriales con que se cuenta. Asimismo, se acordó la estructura de la organización interna acorde a los objetivos y el contexto, conformada por dos cuadrillas de construcción de dos personas cada una, todas pertenecientes a la Colonia.

Las cuadrillas fueron coordinadas por integrantes del colectivo de arquitectos/as, en coordinación con integrantes de la UTT a cargo de la gestión financiera y de la vinculación con los organismos estatales involucrados. Esta estructura supuso recuperar saberes existentes del grupo, así como un trabajo central de acompañamiento en la coordinación de obra, puesto que la albañilería no es el oficio habitual de quienes realizaron esas tareas, además de que debían congeniar las actividades de refacción con su labor cotidiana en la producción frutihortícola. El acuerdo de trabajo abordó el valor de los honorarios de todas las personas involucradas en el proceso, las tareas a realizar y el compromiso con los tiempos de trabajo. En segundo término, se estableció un calendario de visitas al predio por parte de los/as técnicos/as de ArqCom (LP) para coordinación de obra y seguimiento de las necesidades de las cuadrillas.

c) Ejecución:

Para el desarrollo de la obra y la coordinación con otras actividades dentro del predio y el edificio central, se planificó el trabajo en diferentes etapas con cada una de las cuadrillas. Una de las cuadrillas se centró en las reparaciones y ampliaciones del sistema eléctrico, mientras que la otra trabajó sobre tareas de albañilería.

Para la obra de electricidad se dispuso la realización de mejoras centrales en el servicio de provisión de electricidad para el predio en general y el edificio central en particular, para luego realizar la readecuación de la instalación dentro del edificio central[4]. Por su parte, la cuadrilla de albañilería realizó tareas de construcción y arreglo de mamposterías, instalaciones sanitarias, pintura, amoblamiento, colocación de cartelería[5]. La planificación y etapabilidad no pudo desarrollarse con los tiempos previstos inicialmente, ya que existieron diferentes problemas con los desembolsos económicos que prolongaron los tiempos esperables de trabajo. No obstante, esta forma de organización permitió que todas las personas que integraban el trabajo pudieran tener una previsualización del total de las tareas a ejecutar y la parcialidad de lo ya realizado.

Por otro lado, a medida que avanzaban las tareas, surgieron nuevas necesidades y problemáticas dentro del edificio que en lo posible fueron teniendo una respuesta para su mejora inmediata. Ejemplo de esto es el aprovisionamiento de agua y su almacenamiento en los tanques del edificio central, que al no contar con un sistema de llamador flotante eléctrico sufría desbordes de forma permanente, agravando problemas de humedad y malgastando el recurso hídrico.

d) Evaluación

La evaluación de las tareas realizadas se realizó en etapas parciales para informar los estados de avance de manera interna en reuniones de coordinación entre organizaciones, y se elaboraron a su vez dos informes finales de evaluación: uno de formato de documento técnico presentado al ente gubernamental que había otorgado el subsidio y otro de carácter divulgativo impreso en láminas junto a la carpeta técnica para comunicar en una asamblea general de la Colonia. Este último informe fue compartido durante una comida de cierre de fin de tareas, que permitió generar un espacio de diálogo y autocríticas sobre el proceso llevado adelante, en el cual no sólo participaron quienes formaron parte de forma activa del proceso, sino que todas las familias que integran la Colonia pudieron revisar cómo había sido el proceso de trabajo y el destino de los fondos, y compartir unas palabras de reconocimiento a quienes formaron parte de las labores.

DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

La experiencia de articulación entre la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), el colectivo Arquitectxs de la Comunidad La Plata (ArqCom LP) y las familias que habitan la Colonia 20 de abril permite reflexionar sobre los modos contemporáneos de producción social del hábitat rural y sobre las formas emergentes de cooperación entre organizaciones sociales y colectivos técnicos. Los resultados expuestos evidencian la consolidación de una práctica arquitectónica situada, que busca reconfigurar el rol profesional a partir de un compromiso político-pedagógico con los procesos colectivos de transformación territorial.

La experiencia analizada confirma hallazgos de investigaciones previas sobre el papel de las organizaciones campesinas en la construcción de alternativas frente al modelo agroindustrial dominante (Zibechi, 2021). La UTT, en tanto actor colectivo, no sólo disputa el acceso a la tierra, sino que redefine las formas de habitar y producir desde una lógica comunitaria y agroecológica. En este sentido, la creación de la Colonia 20 de abril se inscribe en una tendencia más amplia de relocalización y descentralización productiva impulsada por movimientos agrarios en América Latina (Sabourin et al., 2020). Estas experiencias buscan revertir la precarización estructural de la agricultura familiar mediante estrategias de reproducción social que combinan organización, autogestión y sostenibilidad ambiental.

La incorporación de un colectivo técnico-político como ArqCom LP complejiza y enriquece esta dinámica, ya que permite abordar el hábitat no sólo como un espacio físico, sino como un proceso social y pedagógico. Tal como señalan Rojas Chediac et al. (2024), las prácticas de arquitectura participativa constituyen una forma de democratización del saber técnico, que tensiona las jerarquías tradicionales entre profesional y usuaria/o, promoviendo instancias de co-producción del conocimiento. En la experiencia analizada, el método de “coordinación de obra” se consolida como una herramienta que trasciende la dimensión técnica para adquirir un valor político y formativo, en tanto habilita a los sujetos participantes a apropiarse de los procesos de planificación, gestión y ejecución.

En cuanto a las prácticas de arquitectura, reconocemos un primer esfuerzo centrado en cómo llevar adelante un trabajo de acompañamiento técnico que no reproduzca lógicas alienantes ni deshumanizantes entre las personas, en equilibrio con los requisitos propios de programas estatales. En ese sentido, se requirió atender las diferencias entre los objetivos y requisitos del programa de financiamiento y las necesidades de las familias de la Colonia; así como los tiempos esperados de ejecución de obra, contrapuestos con la necesidad de disponer con espacios de capacitación y aprendizaje, así como con los ritmos de trabajo del equipo.

La capacidad de adaptación a los escenarios de trabajo, elemento constitutivo de la arquitectura comunitaria, implicó esfuerzos específicos de ajuste metodológico y operativo. En el hábitat rural, las distancias, los traslados y la precariedad de las infraestructuras de conectividad configuran una condición estructural de aislamiento relativo, donde los caminos de tierra, la dispersión de los núcleos productivos y la escasa disponibilidad de transporte público dificultan la coordinación cotidiana. En la experiencia analizada, esta problemática se intensificó debido a que el equipo técnico de arquitectura se encontraba radicado en la ciudad de La Plata, a unos 150 kilómetros (dos horas de viaje) del predio, lo que supuso una mediación permanente entre el espacio urbano y el rural. Las formas de comunicación adoptadas y los modos de organización de las cuadrillas de trabajo se constituyeron así en dispositivos de adaptación y cooperación a distancia. Respecto de la comunicación oral y gráfica, surgieron limitaciones propias de la distancia física y los tiempos de traslado.

Este hecho generó la necesidad de habilitar un uso mayor de medios de comunicación virtual (llamados telefónicos, mensajes de voz, videos), complejizado por el uso o disponibilidad dispar entre actores rurales y urbanos. Respecto de la comunicación gráfica, se crearon herramientas visuales de comunicación que sirvieran a las cuadrillas. Planos, esquemas, croquis, dibujos en formato digital y en soporte físico, sirvieron para comunicarse con las cuadrillas, así como para que el resto de la comunidad pudiera ver los objetivos y las etapas de trabajo que se llevaban adelante. Por su parte, el hecho de conformar las cuadrillas de trabajo con personas no especializadas en el rubro de la construcción llevó a repensar las formas de trabajo. En este sentido fue clave la tarea de acompañamiento y aporte de conocimiento práctico del técnico electromecánico contratado para hacer cálculos y supervisiones generales a la cuadrilla de trabajos eléctricos. A su vez, en las tareas de albañilería se redefinieron algunas ideas de proyecto y resolución, ajustándose a los conocimientos previos de quienes integraban la cuadrilla.

Respecto de la articulación con instituciones estatales, podemos decir que el hecho de que uno de los pocos recursos alcanzados para el mejoramiento de una colonia agroecológica con 10 años de existencia sea otorgado por el Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia nos advierte sobre la escasez de programas de atención al acceso y mejora del hábitat popular campesino. A su vez alerta sobre la necesidad de las organizaciones sociales de conocer y establecer entramados complejos y amplios de articulación con el Estado y organismos de financiación. En vinculación, la falta de previsibilidad sobre formas de financiamiento y acompañamiento en la mejora del hábitat dificultan las posibilidades de pensar en un trabajo continuo y proyectado en el tiempo. Durante el tiempo que duró el trabajo coordinado entre ArqCom y la Colonia 20 de Abril, surgieron diferentes necesidades de acompañamiento técnico a problemáticas habitacionales por fuera del edificio central, pudiendo algunas de ellas ser abordadas simultáneamente gracias a la presencia del equipo técnico. Esto supone que la idea de un trabajo continuo y estable permite poder elaborar una planificación de mejoras a lo largo del tiempo y a su vez las familias que habitan en la Colonia tener un respaldo técnico ante una emergencia o situación imprevista.

REFLEXIONES FINALES

El trabajo conjunto entre la Unión de Trabajadores de la Tierra y ArqCom LP constituye un caso ilustrativo de la posibilidad de articular marcos de organización propios del movimiento social con estructuras de gestión técnica. La definición colectiva de objetivos, la distribución consensuada de roles y la toma de decisiones en asambleas contribuyeron a fortalecer la autonomía organizativa y a generar aprendizajes colectivos. Es decir, se registran una serie de habilitantes generados por la vida comunitaria (ejemplificado en la gestión y ejecución de la obra con productores, en la toma de decisiones en asambleas, en construir un proyecto participativo), así como dificultades derivadas de esta forma de habitar.

En términos de impacto social y territorial, la experiencia permitió no sólo mejorar las condiciones edilicias y habitacionales del predio, sino también consolidar una red de saberes compartidos que amplía las capacidades de autogestión de la comunidad. El proceso de planificación, ejecución y evaluación participativa actuó como un laboratorio de innovación social, donde el ejercicio profesional se resignifica como mediación política y pedagógica, además que como prestación técnica. En este sentido, la acción arquitectónica deja de ser exclusivamente instrumental y se convierte en vehículo de transformación comunitaria y política, cuestionando los límites tradicionales de la práctica profesional en contextos rurales y producción social del hábitat.

Finalmente, esta articulación plantea desafíos y oportunidades para el campo de la arquitectura y el urbanismo en contextos rurales. Por un lado, se reafirma la necesidad de repensar la práctica profesional en diálogo con las organizaciones populares y los movimientos campesinos; por otro, se evidencia que la producción social del hábitat rural agroecológico requiere políticas públicas que reconozcan y apoyen estas formas de gestión colectiva. La experiencia de la Colonia 20 de abril constituye, en este sentido, un ejemplo paradigmático de cómo la cooperación entre saberes técnicos y comunitarios puede contribuir a construir territorios más justos, sostenibles y democráticos.

BIBLIOGRAFÍA

Ambort, M. E. (2017). Procesos asociativos en la agricultura familiar: un análisis de las condiciones que dieron lugar al surgimiento y consolidación de organizaciones en el cinturón hortícola platense, 2005-2015 (Tesis de Licenciatura). Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación).

Bauman, Z. (2015) Trabajo, consumismo y nuevos pobres. Madrid: GEDISA.

Capdevielle, B. (2023). El trabajo en la ganadería vacuna, provincia de Buenos Aires; Centro de Estudios e Investigaciones Laborales; IMPACT.AR Desafío 58; 1; 12-2023; 1-32. https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.19066/pr.19066.pdf

Castro, G. D., Kindernecht, N., Fontana, M. M., Lencina, G., & Reposo, G. (2021). Hacia la construcción del turismo rural en la Colonia 20 de Abril – Darío Santillán: Una experiencia de desarrollo rural desde el enfoque de la nueva ruralidad. Ayana. Revista De Investigación En Turismo, 2(1), 011.

De Paz, M., Dubrovsky Berensztein, N., Perrone, A., & Garibaldi, L. A. (2024). Evaluación inicial de Registro de Productores Agroecológicos de provincia de Buenos Aires. En Revista Ministerio De Desarrollo Agrario Vol.5 N°2. https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/245832/CONICET_Digital_Nro.67354838-350a-41c9-abd2-46cffaeff4b7_B.pdf?sequence=2&isAllowed=y 

Delgadillo, V. (2021). Financiarización del desarrollo urbano en la Ciudad de México. Punto Sur, (4), 99-118.

Ferraris, G., & Bravo, M. L. (2014). Organizaciones de productores hortícolas del Cinturón Verde de La Plata. En VIII Jornadas de Sociología de la UNLP. Ensenada, Argentina. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Sociología.

Foucault, M. (1978). Microfísica del poder. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina.

Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina

García, M. (2011). El cinturón hortícola platense: ahogándonos en un mar de plásticos. Un ensayo acerca de la tecnología, el ambiente y la política. Theomai, (23).

García, M. (2014). Fuerza de trabajo en la horticultura de La Plata (Buenos Aires, Argentina). Razones y consecuencias de su competitividad. Trabajo y Sociedad (22), 67-85.

Kessler, G. y Di Virgilio, M. M. (2008). La nueva pobreza urbana: dinámica global, regional y argentina en las dos últimas décadas. Revista de la CEPAL, (95), pp. 31–50

Lefebvre, H. (1974). La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing.

Rolnik. R. (2017). La guerra de los lugares: La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas. LOM.  

Rojas Chedic, J.I.., Muiños Cirone, M.; Cantar, N.M.; Di Croce Garay, A.; Prada, G.A. (2022). Nuevos procesos, las mismas reivindicaciones. De la perspectiva voluntaria a la organización a partir del trabajo popular. En Rolón, Boldrini y Dorado (editores) (2024), Arquitectura comunitaria y territorio. V Encuentro Nacional de Arquitectura Comunitaria. Trabajos seleccionados. (pp.45-57). Tucumán.

Rojas Chediac, J.I; Muiños Cirone; Di Croce Garay, A.; Prada, G.A (2025). Aportes teóricos y metodológicos para la construcción de una arquitectura popular y crítica. Cuaderno Urbano (41) 166-182.

Sabourin, E., Samper, M., & Sotomayor, O. (2014). Políticas públicas y agriculturas familiares en América Latina y el Caribe Balance, desafíos y perspectivas. Santiago de Chile: FAO. https://periferiaactiva.wordpress.com/wp-content/uploads/2020/02/politicas-publicas-y-agriculturas-familiares-1.pdf 

Segura, R.y Cingolani, J. (2021). Barrio de trabajadores: (Des) arraigos, consumos culturales y lenguaje de clase (media) en barrios centrales de las localidades del corredor sur; Teseo; 131-166.

Torres Carrillo, A. y Jiménez Becerra, A. (Comp.) (2006). La práctica investigativa en ciencias sociales. Departamento de Ciencias Sociales (DCS).

Zibechi, R. (2021). De la soberanía a la autonomía alimentaria. En Melón y Relli Ugartamendía (comp.) Geografías del conflicto: crisis civilizatoria, resistencias y construcciones populares en la periferia capitalista. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Muchos Mundos Ediciones; Fundación Rosa Luxemburgo; La Plata: Centro de Investigaciones Geográficas -UNLP.


[1] Extraído de https://www.youtube.com/watch?v=i7whBaAiWAw

[2] A través de la arquitectura popular y crítica se acompañó los procesos de gestión y proyecto de las Colonias de la UTT.

[3]  El convenio de cooperación se acordó entre la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación) y la cooperativa de trabajo Unión de Trabajadores de la Tierra zona oeste limitada.

[4] La obra de electricidad abarcó tres etapas:

Etapa 1: tablero general sobre central vinculada al transformador general, donde se incorporó un nuevo seccionador bajo carga de 160 amperes que ayudará a equilibrar los consumos y demandas de electricidad en todo el predio;

Etapa 2: Colocación de nuevo tablero central, disyuntores y térmicas. Reconfiguración de los circuitos secundarios que alimentan la planta baja del edificio;

Etapa 3: Colocación de nuevos tableros secundarios y cableado para su alimentación;

Etapa 4: Cableado y colocación de bocas de iluminación y tomacorrientes en toda la planta baja.

[5] La cuadrilla de albañilería centró sus trabajos en dos etapas:

Etapa 1: Reparación y reacondicionamiento de los bloques sanitarios, agregando una batería de duchas y vestuario y reparando problemas de pérdidas y humedad acumulada;

Etapa 2: Acondicionamientos de guardería, aulas y oficina con trabajos de refacción, pintura y amoblamiento.