Artículos                                                                         REGISTROS, ISSN 2250-8112, Vol. 20 (2) julio-diciembre 2024: 97-116

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Arquitectura y turismo en Mexicali. El hotel como reflejo de su interacción

Architecture and Tourism in Mexicali. The Hotel as a Reflection of their Interaction

 

Rocío Ramírez Villalpando 

Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad Autónoma de Baja California, México

Georgina Cebey Montes de Oca

Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad Autónoma de Baja California, México

Resumen

El turismo, actividad económica clave en las diversas zonas geográficas de México, ha transformado sus dinámicas a través del tiempo. Con ello, la infraestructura y las conductas sociales que a su alrededor surgen, se modifican o complementan. Este artículo tiene como objetivo plasmar un primer acercamiento a la arquitectura para el turismo en la ciudad de Mexicali, Baja California, en México. Tal actividad que se desarrolló en la región desde los primeros años del siglo XX, fue transformando su oferta y visión hacia el turista, incluso en lo referente al equipamiento arquitectónico-urbano, mismo que ha sido fundamental para el funcionamiento de la ciudad.

El presente trabajo centra su atención en el hotel como tipología que, en tanto equipamiento, permite trazar vínculos entre arquitectura, turismo y sociedad, convergencia que es analizada a partir de una primera aproximación histórico-arquitectónica a los hoteles de la región. Aun cuando en sus inicios los hoteles tuvieron una función primordialmente industrial, con el tiempo potenciaron su ubicación geográfica, a partir de las posibilidades comerciales del contexto, generando una arquitectura con nuevos planteamientos formales, así como una dinámica turística y social que dialoga con las diversas funciones que el perfil peculiar de esta ciudad de la frontera norte mexicana encierra.

Palabras clave: arquitectura, frontera, hotel, turismo

 

Abstract

Tourism as a key economic activity in the various geographical areas of Mexico, over time has transformed its dynamics and with it, the infrastructure and social behaviors that arise, modify or complement it. This article aims to capture a first approach to architecture for tourism in the city of Mexicali, Baja California, in México. This activity was developed in the region in the first years of the 20th century and was transforming its offer and vision towards tourists, including in terms of the architectural- urban equipment that has been fundamental for the functioning of the city.

This paper focuses on the hotel as a typology that, as a facility, allows us to trace links between architecture, tourism and society, a convergence that is analyzed from a first historical-architectural approach to the hotels in the region. Although in their beginnings they had a primarily industrial function in their beginnings the hotels had a primary industrial function, over the time their geographic location was strengthened by the commercial possibilities of the context, generating an architecture with new formal approaches, as well as tourist and social dynamic that dialogues with the diverse functions that the peculiar profile of this city on the northern Mexican border encloses.

Keywords: architecture, border, hotel, tourism


 


Introducción

El turismo y la arquitectura configuran un binomio sólido. La arquitectura, capaz de crear espacios que a su vez son repositorios de experiencias, ha sido un elemento fundamental para la creación, desarrollo y sostenimiento del fenómeno turístico, no solo porque en ella configura los escenarios construidos de un viaje, sino también porque sus espacios proveen de servicios a los viajeros. La arquitectura, además, es un motor simbólico para el turismo: el patrimonio edificado es punto de interés para quienes visitan las ciudades, pero también un elemento que genera identidad en los propios habitantes. Consideramos que desde la historia de la arquitectura es posible encontrar puntos de encuentro entre turismo y arquitectura, ambos fenómenos sociales, culturales y económicos que configuran las dinámicas de las ciudades.

Con la finalidad de tener un panorama de algunas de las investigaciones realizadas en las que la relación entre turismo y arquitectura en México es evidente y da luces de las temáticas más representativas abordadas, resulta importante consultar los vínculos expuestos en otros espacios geográficos de México. Alcalá (2010) analiza la visión de los viajeros extranjeros que visitaron el sureste del país a finales del siglo XIX, tratando de esbozar el desarrollo urbano de la zona a partir de los relatos de sus visitantes. De igual manera, la investigación de Ettinger (2022) propone el diálogo entre arquitectura, imagen urbana y cómo esto genera un territorio propicio para el turismo, permitiendo con ello vislumbrar históricamente a la región occidente de México con una identidad constructiva propia, que conduce a una tipología formal sui géneris que empató con los estereotipos de lo que se deseaba conocer o visitar. Pedraza, Hiriart y Bojórquez (2024) por su parte, desde una perspectiva histórica de abordaje donde la simbiosis en comento es la protagonista, disertan sobre la región bajío y la infraestructura arquitectónica a mediados del siglo XX. A partir de este mapeo general, identificamos que el noroeste del país contaba con planteamientos arquitectónicos diferentes, vinculados con el vicio, pues tal como se expresa más adelante su contexto histórico, social, político y de impulso económico así lo requería. Los trabajos mencionados son un recorrido mínimo y esbozan el interés por el estudio de la temática, subrayando también la importancia de trabajos en los que se puntualice lo valioso de la edificación de tipologías arquitectónicas específicas para la configuración y reconfiguración de las ciudades y su forma de habitarlas.

En el presente artículo problematizamos, a partir de una lectura histórica enfocada en la arquitectura, los modos en que los hoteles abonan a la comprensión del crecimiento y nueva imagen de una ciudad, en tanto que además de analizar la forma y los cambios aparentes en los edificios, indagamos en los significados culturales que éstos configuraron en su entorno (Ramírez Méndez y Torres Hernández, 2015, p. 7). A partir de un estudio de caso, centrado en los hoteles construidos en la ciudad de Mexicali, Baja California, durante la primera mitad del siglo XX, argumentamos que esta espacialidad ejemplifica la interacción entre arquitectura y turismo, pues además de funcionar como establecimientos con un fin específico, los hoteles comunican valores, ideales o identidades de un destino turístico. Aunque existen importantes estudios sobre el turismo en la región que constituyen un punto de partida para este trabajo, consideramos pertinente mencionar que el presente texto no establece una historia del turismo en la frontera noroeste del país, en cambio, establece un primer acercamiento al tema a partir de expresiones arquitectónicas, específicamente del estudio de sus hoteles, procurando entender la forma en que la arquitectura hotelera ha sido pieza fundamental del desarrollo turístico de la ciudad.

Metodológicamente, este primer bosquejo parte de un análisis visual y documental –consulta de archivos, medios impresos de divulgación y bibliografía histórica de la región– posibilitando con ello una panorámica integral de la franca simbiosis entre los planteamientos arquitectónicos que respondieron a la proyección que Mexicali ha buscado a lo largo de su historia. La primera parte de este trabajo busca sentar el contexto del turismo en México con la finalidad de exponer de lo general –el país– a lo particular –la ciudad de Mexicali–, la evolución de este nuevo concepto que impactó no solamente en la economía, sino en la cultura y, de forma directa, en la arquitectura. La segunda parte se centra en una revisión puntual de la capital del estado, mediante el registro y mapeo de los principales recintos de hospedaje que permitieron desde diversas trincheras, la configuración de Mexicali. En este apartado, el texto plantea tres momentos urbanos y constructivos que evidencian de forma clara la convergencia de la arquitectura con el fenómeno turístico de la ciudad, desde la materialidad constructiva, hasta el reflejo del desarrollo económico y cultural que han ido hilvanando su esencia. Finalmente, para comprender cómo la arquitectura ha sido fundamental en el desarrollo turístico de Mexicali, la tercera y última parte enfoca su interés en el análisis de cada inmueble (hemerográfico y desarrollo constructivo), permitiendo con ello interpretar la importancia y convergencia de los planteamientos arquitectónicos con el turismo.

 

Antecedentes del turismo en México

Lo que actualmente se identifica como turismo en México ha sido planteado desde diversas perspectivas a lo largo de la historia, resultando interesante la visión que se tenía del país por quienes lo visitaban y cómo es que el interés de esas incursiones se ha ido modificando a través del tiempo, para conjugarse de manera directa con las expresiones arquitectónicas propias de los lugares, reflejo de su sociedad y desencadenantes económicos.

Un punto de partida para comprender los albores del viaje moderno se encuentra en los registros de excursiones de ciudadanos europeos y asiáticos a finales del siglo XIX y principios del XX, en los que se revelan intereses o situaciones particulares dadas a partir de una circunstancia política, social y cultural específica en cada uno de ellos. Otro ángulo de análisis es el de la dinámica de connacionales, que en cuanto a evolución histórica ha sido poco abordada, pero que ha dejado una impronta hilvanada entre eventos relevantes para el país y el estudio de individuos sobresalientes en diversas áreas del conocimiento.

En diversas investigaciones (generalmente enfocadas a la historia económica y política), el comercio y la minería destacan como los principales estímulos para conocer el país, de ahí que el golfo de México se convirtiera en la entrada para quienes incursionaron desde el continente europeo, con la mirada puesta en recorrer un paisaje y una sociedad diferente que los llevaría a la capital mexicana. Sin embargo, Mendoza Vargas (2018) aborda tres visiones de viajeros alemanes, Alexander von Humboldt, Friedrich Ratzel y Adolf Reichwein, que llegaron a México por el pacífico, en tres momentos distintos entre el siglo XIX y XX. Estos tres viajeros resultan significativos en tanto que:

convirtieron a América en un lugar común de viaje, se interesaron por episodios históricos, observaron el paisaje, viajaron desde el Pacífico al Atlántico y realizaron un estudio del país integrado en una obra publicada; además, cada uno contaba con apoyos diferentes para el viaje personal. Mientras Humboldt viajaba como un liberal ilustrado con los recursos de la herencia materna y el permiso oficial del monarca español Carlos IV, Ratzel lo hacía con las facilidades de un periodista enviado por un diario alemán de Colonia y, en el caso de Reichwein, viajaba como profesor universitario bajo permiso de la Universidad Popular de Jena, en Turingia. (Mendoza, 2018, p. 3)

Estos tres tipos de viaje dejan en claro intereses diversos y, por lo tanto, aportes variados: Humboldt abonó con su incursión a la geografía moderna; Ratzel, a la reflexión sobre la actividad humana y la relación de ésta con el entorno natural y Reichwein, con notas buscando contribuir en el ámbito docente desde una postura vinculada estrechamente con la naturaleza. Sin embargo, ninguno de los tres visitó el norte del país, sus travesías tuvieron lugar en la parte central de México.

Un panorama diferente del viaje es presentado con estas investigaciones arrojando luz sobre los primeros acercamientos al país con intereses diversos, preámbulos de las motivaciones turísticas del siglo XX. Por un lado, el enfoque académico; por otro el laboral, y finalmente, en lo que respecta a los intereses de esparcimiento –la recreación y el descanso–, han quedado, en la mayoría de los casos, documentados colateralmente.

El decenio de 1920 resulta fundacional para el desarrollo del turismo en México. Cabe recordar que el país se reconstruye lentamente luego de la Revolución Mexicana. En 1921 se establece la primera empresa turística en México, creada por un grupo de empresarios locales y extranjeros, en estrecha relación con las ruinas de Chichén Itzá, ubicadas al sur del país, “misma que significó darle visibilidad nacional a los sitios arqueológicos, colocándolos en el escaparate nacional e internacional como punto de interés turístico” (Moreno y Enseñat, 2021, p. 27). Esta compañía, además de marcar un nuevo rumbo en el país, a decir de los autores antes mencionados, estaba dirigida por el comerciante Francisco Gómez Rul y por el arquitecto Manuel Amábilis, haciendo tangible desde su surgimiento la relación turismo-arquitectura y, sentando, además, un importante precedente pues la infraestructura que daría servicio a los visitantes sería prevista por profesionales de la construcción.

En 1923 México restablece sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos, lo que a su vez coincide con la creación en 1925 de un programa de construcción de carreteras, el crecimiento de la industria automotriz en el país vecino, así como el interés por nuevas prácticas de consumo entre las que se encontraban los viajes, el descanso y la exploración o conocimiento de nuevos lugares. De estas experiencias derivan, por ejemplo, la publicación de guías turísticas, mapas carreteros, trabajos periodísticos vinculados a nuevos destinos, entre otros (Martínez Figueroa, 2015, p. 243).

En este contexto, el noroeste del país, en concreto la región de Baja California, puede considerarse como un primer laboratorio del turismo que durante 1920 y 1930 se desarrollaría en México. La delimitación política del municipio de Baja California coincidió temporalmente con la:

Prohibición a la elaboración y venta de licor, junto con la proscripción de las apuestas y del comercio sexual, decretadas en el Valle Imperial entre 1907 y 1908 [que] ocasionó que los dueños de los establecimientos dedicados a estos negocios los trasladaran al sur de la frontera californiana, a la parte mexicana (…). (Ruíz, L. 2017, p.11)

De acuerdo con Gómez Estrada (2019, p. 208-209), los comerciantes que se desplazaron al lado mexicano desde 1915, fueron “hombres de negocios dedicados a las apuestas, los juegos de azar, los deportes sangrientos, el meretricio y la venta de bebidas alcohólicas junto con sus respectivas clientelas”. En 1920, con el esta-blecimiento de la Ley Volstead en Estados Unidos –coloquialmente conocida como ley seca–, es posible identificar un primer momento de auge turístico en el norte del país, en concreto en Tijuana, Baja California, conocida como un refugio para los norteamericanos agobiados por la prohibición de alcohol. Dado el fácil acceso por los medios de transporte que tenían los norteamericanos a su disposición y por lo permisivas que resultaban las autoridades mexicanas, la zona se convirtió rápidamente en “una especie de traspatio”, “en una zona de libertades permitidas”.

Fue precisamente en Tijuana donde se estableció el primer centro turístico del país: el hotel y casino Agua Caliente, inaugurado en 1928. Este gran complejo turístico atendió en buena medida a turistas norteamericanos y entre sus inversores figuraba Abelardo L. Rodríguez, quien fuera gobernador del Territorio Norte de Baja California de 1923 a 1930; Secretario de Industria, comercio y trabajo en 1932 y finalmente, presidente de México entre 1932 y 1934. El de Agua Caliente era un modelo turístico basado en la venta de alcohol y apuestas, que además de ser redituable, alojaba negocios secundarios como la venta de drogas y la prostitución. Las autoridades mexicanas de la región, al necesitar recursos, permitían estos negocios de manera velada o abierta, cobrando altos impuestos a los establecimientos dedicados a estos giros comerciales (Gómez Estrada, 2018, p. 209; Martínez Figueroa, 2015, p. 4). A partir de este gran centro de ocio, el turismo en la zona comenzó a expandirse a lo largo de la frontera norte, de ahí que la ciudad de Mexicali, a 180 kilómetros de distancia de Tijuana, resultara un sitio idóneo para el recreo de los turistas norteamericanos.

Es importante mencionar que, si bien el turismo en México comenzó con la visita de norteamericanos en las zonas fronterizas, dentro de la dinámica posrevolucionaria se fomentaban los atractivos rurales y las tradiciones culturales de México como un reflejo de la identidad que el Estado vendía a sus turistas:

En 1923 México recibía solamente 4.6 % de los gastos estadounidenses en turismo, y la motivación de los viajes solían ser las playas de Tampico y los casinos que comenzaban a proliferar en el norte del país. Tras el restablecimiento diplomático entre México y Estados Unidos, en el año de 1925, el secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, advirtió sobre los beneficios que traería consigo el fomento al turismo. Planteó que esta demanda de ocio se perfilaría para convertirse en una industria nacional. (Mateos, 2006, p. 35)


Mapa

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Figura 1. Ubicación geográfica de Mexicali y Tijuana. Elaboración propia.

 


En el contexto del auge del turismo de ciudadanos norteamericanos en la frontera norte, conviene distinguir las particularidades de Mexicali, ciudad próxima a Tijuana, pero drásticamente diferente. Las características que en su conjunto brindan identidad a Mexicali incluyen desde el clima, hasta la conformación de una sociedad multicultural, desde su gestación como entidad, constituyendo el eje nuclear de su desarrollo. En el ámbito arquitectónico y turístico dejó una impronta clave en el devenir histórico de una ciudad que aportó desde su surgimiento una lectura diferente a la del resto del país, en la que por un lado se reflejó la región norte y por otro la franca lejanía de las dinámicas de vida que se daban en el centro de México, aspecto que abordaremos a continuación.

 

Turismo en Mexicali

Mexicali surge como un caserío en torno a las obras de irrigación y cultivo aledañas al río Colorado que, en poco tiempo, tomará la forma de un poblado poco organizado habitado en su mayoría por trabajadores de los campos de cultivo del Valle Imperial. Para 1904, la ciudad que nos ocupa ya se identifica como una sección municipal en tanto que para 1906, cuenta con 550 habitantes en su mayoría trabajadores agrícolas (Ruiz L., 2017, p. 60-61).1

La delimitación política de Mexicali como municipio de Baja California, y el desarrollo de la urbe, coincide temporalmente con la ley de prohibición de venta y consumo de alcohol establecida en Estados Unidos. Dada su vecindad con Calexico, California, la ciudad que nos ocupa se constituyó en muy pocos años como una geografía del ocio. De acuerdo con Ruiz L., para la primera década del siglo XX, el “75 por ciento de las edificaciones hechas en Mexicali eran cantinas, casas de asignación y de juegos permitidos” que “pertenecían en su mayoría a estadunidenses, que habían optado por asentarse al sur en la frontera para evadir las disposiciones prohibicionistas” (2017, p. 73). En este tenor, se calcula que en 1913 el turismo de ocio atraía aproximadamente 2500 turistas por fin de semana (Schantz, 2001, p. 554).


Diagrama

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Figura 2. Contexto urbano de Mexicali. Elaboración propia con mapa de 1927 del Archivo Histórico del Municipio de Mexicali.


Tal cantidad de visitantes requería de servicios (alimentación, ocio, descanso, gasolina, por mencionar los principales), necesidad que definió el uso de los bloques urbanos más próximos a la línea fronteriza. La calle principal de Mexicali, la Avenida Porfirio Díaz (hoy Francisco I. Madero), que comenzaba apenas se cruzaba la frontera, se caracterizó por la presencia de anuncios luminosos que indicaban establecimientos como cantinas, cabarets, cafés, casinos, hoteles, prostíbulos,2 entre otros. La zona, sin embargo, no necesariamente atraía un turismo de tipo familiar como el que las familias de Mexicali esperaban, por el contrario, esta parte de la ciudad era conocida como una zona de vicio. Siguiendo a Eric M. Schantz (2001, p. 549), si en sus orígenes Mexicali era el testimonio del triunfo del capitalismo, al transformar el desierto en una zona de agricultura comercial, la contracara de este proceso, “un subproducto cultural”, fue la industria turística del vicio que ahí se desarrolló por casi tres décadas.

El turismo en Mexicali se estableció como un nodo de actividad asociado con las luces rojas de los barrios chinos (Figura 2), la cultura de salones y la hibridez propia de la frontera, en síntesis, Mexicali consolidó una imagen turística de una ciudad fronteriza especializada en la diversión asociada con una zona roja. La situación generaba tensión con las familias que habitaban una ciudad que crecía rápidamente, pero que debía convivir con el desorden provocado por el turismo. Aunque el coronel Esteban Cantú, destacado militar revolucionario y jefe político del distrito norte del territorio federal de Baja California de 1917 a 1925, intentó ordenar y regular la situación, lo cierto es que en 1917 “los ingresos por turismo del vicio constituyeron el 90 por ciento del ingreso del gobierno de Cantú”. De igual modo, en el periodo de 1915 a 1926, “la prostitución, seguida de los juegos de azar y el alcohol fueron los verdaderos productores de ingresos para el gobierno municipal de Mexicali durante el periodo” (Schantz, 2001).

Frente a la presión de las familias de Mexicali y la tensión con los dueños de los comercios para turistas, Cantú propuso un ordenamiento de la ciudad en la que los establecimientos de ocio se trasladarían al barrio chino de Mexicali (conocido como la Chinesca). Esta decisión nos permite ver que el turismo incidió directamente en una idea de ciudad: Cantú propuso una diferenciación de usos espaciales, de modo que los bares estarían en la Chinesca, como sucedió con el Bar Tecolote, que luego de su incendio en 1927 fue trasladado a la zona roja, en tanto que la Avenida Porfirio Díaz estaría dedicada estrictamente a servicios y establecimientos mercantiles. De acuerdo con Schantz en Meretricious Mexicali. Exalted Masculinities and the Crafting of Male Desire in Border Red Light District, 1908-1925: Al principio, el turismo sexual alimentó un comercio desordenado de diversiones en los focos rojos que gradualmente forzó la adopción de mecanismos de señalización que organizaron el espacio alrededor de la zona fronteriza de Mexicali en esferas discretas de arquitectura institucional y la zona de tolerancia del Barrio Chino (2012, p. 104. Traducción propia).

El turismo, que prometía grandes derramas económicas en ciudades fronterizas por la oferta de espacios de divertimento como los casinos y demás actividades que se cuestionaban por su falta de principios morales, sufrió un giro cuando en 1935, el presidente Lázaro Cárdenas del Río declaró ilegal el juego y se cerraron los casinos en México (Mateos, 2006, p. 38). Esta determinación trajo consigo una transformación de la dinámica en el país y la frontera norte no fue la excepción.

Si bien es cierto que, en los primeros años de Mexicali, la presencia extranjera fue clave para su desarrollo, también es innegable que, tras la implantación del ferrocarril, la llegada de connacionales se fue facilitando paulatinamente. Sin embargo, en la primera mitad del pasado siglo XX, el tren que daba servicio era el Intercalifornia, haciendo posible el viaje solamente dentro de la región norte. Esto iría cambiando al correr del tiempo; para los años cuarenta, este medio de transporte amplía sus alcances con la construcción de la infraestructura del ferrocarril Sonora-Baja California, que permitiría unir con trazos ferros anteriores a la ciudad con el resto del país, posibilitando una mayor afluencia de visitantes del centro y sur de México.

En lo referente a la comunicación aérea, la tercera década del siglo XX fue clave pues resultaba indispensable para la comunicación con otros puntos geográficos. Aunque con un desarrollo lento, compañías como Mexicana de Aviación establecieron itinerarios con algunos puntos estratégicos de la república como Sinaloa y Guadalajara (Valenzuela, 2020). Después de trascendentales cambios en la industria aérea, el servicio que se oferta desde y hacia la capital de Baja California, continúa con limitaciones, pese a ello, la vía aérea es una ventana para el turismo nacional e internacional en la región.

Los Hoteles de Mexicali

El hotel es una pieza clave para comprender la injerencia del turismo en la ciudad. En este espacio puede leerse el desarrollo de la actividad turística, la evolución de una tipología arquitectónica o la historia de vinculaciones comerciales y políticas, entre otras. Dado que este trabajo constituye una primera aproximación a la arquitectura de los hoteles fronterizos como punto de partida para comprender la evolución del turismo, a continuación exploramos el papel de los hoteles más importantes de la ciudad (Figura 3), con la finalidad de esbozar las dinámicas turísticas que fueron dando cauce a una arquitectura que tenía como objetivo principal brindar servicio a un nuevo grupo social presente en la entidad, el turista.3

En el contexto de una ciudad en pujante desarrollo y dependiente de una industria del vicio, los hoteles fueron espacios de suma importancia, no solo porque respondieron a la demanda de alojamiento, sino también porque formaron parte del desarrollo arquitectónico y urbano de Mexicali. En el caso de esta ciudad, se contaba con un elemento adicional: la industria hotelera contó con ejemplos modernos del estado vecino que supusieron un modelo espacial a seguir, ejemplo de ello fueron el Barbara Worth Hotel (Figura 4), ubicado en El Centro, California y considerado el hotel histórico de la región. Desde 1915, esta instalación fue famosa por la opulencia de su decoración, así como por los murales de su vestíbulo. Con cinco plantas y ascensor, el hotel contaba con habitaciones climatizadas y un conocido restaurante. Por su parte, en Calexico, California, destacó el Hotel de Anza (Figura 5). Desde su apertura en 1930, y según versa en la placa histórica del inmueble, su construcción tomó tan solo cuatro meses y contaba con tres pistas de baile, ascensor y estacionamiento, así como un innovador sistema de aire acondicionado y tuberías para agua helada. Arquitectónicamente, destacaban los arcos de su fachada, el hierro forjado, los azulejos y las tejas rojas en los techos, que junto con una cúpula semejante a la de las misiones españolas, completan un edificio de estilo colonial californiano, mismo que se seguía como referencia la arquitectura de las misiones españolas de la Alta California, fundadas durante el Virreinato (Mercado López, 2020, p. 177).

 


 

 

 

Una captura de pantalla de un celular con texto e imágenes

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Figura 3. Principales hoteles de Mexicali en la primera mitad del siglo XX. Elaboración propia con imágenes del Archivo Histórico del Municipio de Mexicali.


 


Un dibujo de una persona

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Figura 4. Hotel Barbara Worth, El Centro, California. Impresa en el menú del establecimiento. Fuente UC San Diego Library. Special Collections & Archives.

 

Escala de tiempo

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Figura 5. Hotel de Anza, Calexico, California. Postal, colección personal. 

 


Un breve seguimiento en la hemerografía de la época hace posible ubicar el momento del apogeo y desarrollo del turismo en Mexicali durante la primera mitad del siglo XX, así como la existencia de varios hoteles reconocibles por los viajeros norteamericanos que, a bordo de sus automóviles, conducían con destino a la ciudad fronteriza que aquí atendemos. A continuación, presentamos los casos de los hoteles que ayudan a comprender tres momentos del desarrollo arquitectónico de Mexicali. La selección de estos casos responde a que en ellos se observan, en primer término, los modos en que el hotel modifica sus intereses, esto es, no solo pretende atender al viajero del vicio, sino que contempla a todo tipo de viajero. En segundo término, arquitectónicamente estos hoteles muestran una apropiación y adaptación de modelos espaciales consolidados en el país vecino, así como la implementación de nuevos materiales, técnicas y tecnologías constructivas. Finalmente, conviene señalar que estos tres edificios, aunque con modificaciones, se mantienen en pie, hecho que consideramos pertinente para la lectura de su evolución.


Figura 6. Plano de ubicación de los principales hoteles de Mexicali, durante la primera mitad del Siglo XX. Elaboración propia con información del Archivo Histórico Municipal de Mexicali.


Edificio en medio de nieve

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Figura 7. Centro de diversión “El Tecolote” s. f. Archivo histórico del municipio de Mexicali.

 

Imagen en blanco y negro de un camión

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Figura 8. Fotografía histórica Hotel Imperial s. f. Archivo histórico del municipio de Mexicali.

 


Hotel Imperial

La historiadora y cronista de Mexicali, Yolanda Sánchez Ogás (2023), refiere que los primeros giros comerciales, entre los que se encontraban aquellos dedicados a la venta de licor, tabaco y fondas, datan de 1903 y eran propiedad de comerciantes mayoritariamente extranjeros. Para 1904, hay registro de la existencia del Hotel Internacional, propiedad del francés René Grivel, en tanto que las primeras casas de juego, propiedad de empresarios norteamericanos, datan de 1910. Por esos años comenzaba a notarse la presencia de comerciantes chinos, dedicados a la venta de alcohol, tabaco, ganado y fondas. En 1915, el centro de diversión más grande de la ciudad era El Tecolote (Figura 7), “propiedad de Washington y Compañía”, edificio que contaba con “un salón de juegos y cantina, un patio interior con salón para cantina y restaurante, 104 cuartos, salón para cantina y juegos para gente de color (...) un salón restaurante y peluquería” (Sánchez Ogas, 2023).

Es en este mismo año cuando se construye el Hotel Imperial (Figura 8), a cargo del empresario chino-estadounidense Pablo Chee. Erigido en un momento de constante flujo de turistas del vicio, el inmueble respondía al interés por el ocio en la zona, identificando así una primera etapa de auge constructivo de infraestructura para el visitante. Ubicado en la esquina de la Avenida Madero y el boulevard López Mateos, el inmueble se localiza a escasas cuadras de distancia del parque Héroes de Chapultepec y de la Escuela Cuauhtémoc, entonces en construcción y ambos, hoy día, sitios emblemáticos.

El Imperial era publicitado en 19224 como uno de los mejores espacios para el divertimento en Mexicali, en el que se inaugura un café y cabaret acondicionado con todo lujo, con pista de baile pulida, en la que tocaría “una orquesta especial de los Ángeles”, contando además con “cabinas privadas y salas de fiesta familiares para los que deseen aislarse”.

Este inmueble ha sido modificado a lo largo del tiempo. En 1948 se incendió motivo por el cual fue remodelado, sin embargo, pese a su evidente decadencia y a que en la actualidad es solamente el esquema arquitectónico y su característica forma triangular lo que se conserva integralmente, sigue formando parte de la fisonomía arquitectónica de la ciudad, albergando en su historia parte de la identidad cultural. Basta citar que es el edificio en el que Jack Tenney compuso la famosa canción de “Mexicali Rose”.5

Arquitectónicamente, el inmueble presentaba reminiscencias decó en las adiciones decorativas y sus pretiles; a la par, se hilvanaba el discurso moderno con un pórtico que permitía la protección del sol, esbozando vanos rectangulares; las fachadas laterales que dialogaban de manera directa con la serie de ventanas del primer nivel, enmarcando así la fachada principal que aprovechó la esquina para otorgar resalte natural al inmueble. Hoy día, se puede observar un trazo simple, en el que resalta la línea recta de los partesoles que caracteriza el detalle constructivo del inmueble, que a la fecha continúa proporcionando servicio de hospedaje.

 

Hotel Aldrete

Para la segunda década del siglo XX, la hemerografía da cuenta de la existencia de otros establecimientos de hostelería, entre los que destacan el Hotel Carrillo;6 el Hotel Central7 y el Hotel Aldrete (Figura 9). Este último establecimiento cobró relevancia en la prensa, pues su apertura fue motivo de detalladas notas en diversos diarios.


 

Foto en blanco y negro de un edificio

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Figura 9. Hotel Aldrete. Calexico Chronicle, 5 de septiembre de 1928.


El 5 de septiembre de 1928, el diario Calexico Chronicle, desplegaba en su primera página el siguiente encabezado: “El nuevo hotel Aldrete de Mexicali, casi terminado”. En la nota, se informaba que Mexicali ampliaba su oferta de ocio, “otra mejora a la larga lista de avances bajo el régimen del Gobernador Abelardo Rodríguez” al inaugurar el Hotel Aldrete, construido por el ex alcalde de Mexicali, Alberto V. Aldrete. Este nuevo edificio contaba con un casino, comedores y una pista de baile, que sería conocida como Just Inn. Sobre su arquitectura, la nota precisaba: El Hotel Aldrete es de arquitectura española, diseñado por Samuel Atkins, arquitecto de San Diego. El edificio da a la avenida Francisco Madero, a una cuadra de la línea internacional, y colinda, al poniente, con el parque “Héroes de Chapultepec”. Edward Pritchard, de San Diego, fue el contratista. El arquitecto diseñó el edificio para que fuera fresco, como se aprecia en la amplia arcada de dos lados y en la disposición de la ventilación. Se utilizará un sistema de refrigeración que llevará literalmente “aire helado” a las 37 habitaciones del hotel, al vestíbulo, al casino del sótano, a los comedores y a la pista de baile (Calexico Chronicle, 5 de septiembre de 1928. Traducción propia).

Para el día de su inauguración, el 8 de septiembre de 1928, otra nota informaba que todas las habitaciones del hotel estaban ya reservadas, mientras que los empleados se disponían a hacer funcionar el sistema de refrigeración por aire y hielo. Sobre los interiores, se describe que: El vestíbulo está pavimentado con azulejos rojos estilo padre, y está acabado con techo de Travitaan, yeso morisco en las paredes y decoración de mezcla Tiffany. En todo el edificio se utilizan luminarias de hierro colonial. El hotel dispone de 37 habitaciones de huéspedes, todas conectadas con baño, y cada una ventilada con aire helado del aparato de refrigeración en el sótano, que lava y enfría cada pedacito de aire que entra en el edificio. En el casino se han dispuesto mesas con capacidad para 300 invitados. Las mesas rodean la amplia pista de baile. Además del casino y el comedor principales, hay comedores privados y una sala de banquetes privada. (Calexico Chronicle, 8 de septiembre de 1928. Traducción propia)

Estas dos citas nos interesan pues, además de dar cuenta de la configuración arquitectónica del hotel, dejan de relieve dos aspectos más que queremos subrayar. En primer término, el modo en que la prensa ha sido una fórmula del turismo desde sus orígenes como mecanismo de difusión de destinos turísticos y la creación de circuitos de publicidad desempeñando un papel importante en la historia del turismo. Así mismo, tales notas nos permiten comprender la relevancia social del hotel en Mexicali. Observamos que, como establecen las investigaciones especializadas en el tema (Gómez Estrada, 2019; Martínez Figueroa, 2015 y Schantz, 2012), la participación de actores políticos o agentes vinculados con el poder estuvo presente en los principales proyectos de hotelería en el país. El hotel, en este caso, pertenecía a un ex-alcalde y la prensa lo definía como un avance más del gobierno de Abelardo Rodríguez aun cuando el proyecto perteneciera a la industria privada. Cabe recordar que como se mencionó anteriormente, este político fue uno de los socios mayoritarios del Casino de Agua Caliente en Tijuana. Estos personajes se apoyaban de la prensa para explotar las virtudes de los edificios en los que invertían.

Por otro lado, en términos arquitectónicos, este hotel da cuenta de un diálogo con la arquitectura que para ese entonces se realizaba en el país vecino. Siguiendo a Mercado López (2020), el turismo propició que diversos estilos arquitectónicos arribaran a algunas partes del país. En el caso del hotel que nos ocupa, y de la descripción espacial que ofrece la prensa, es posible detectar elementos del estilo entonces conocido como colonial californiano, como reminiscencias de la arquitectura española, los azulejos rojos y la presencia de elementos coloniales. Además de establecerse un diálogo de estilos, la cercanía de los hoteles con Estados Unidos permitió también la implementación de avances tecnológicos como los que subraya el texto: a saber, el “aire helado”. De acuerdo con Martínez Figueroa (2015, p. 7), entre la segunda y la tercera década del siglo XX, cuando el turismo adquiere un impulso importante sobre todo en la Ciudad de México, no sólo era problemática la falta de hospedaje cómodo, además, los que existían se vinculaban con actividades delictivas. Si contrastamos esta información con el hotel que nos ocupa, notamos que para la misma época en la que los servicios del centro del país son deficientes, en la frontera, y gracias a la cercanía y contacto con las instalaciones norteamericanas, en Mexicali ya existía al menos un hotel que podía estar a la altura de los que para entonces se requerían en el centro del país.

Finalmente, resulta relevante el interés de los constructores por dotar al hotel de instalaciones que ampliarían la oferta de ocio para los visitantes. Además de proporcionar instalaciones para el descanso, el hotel se concebía como un espacio de interacción social, en el que los salones, restaurantes y el casino se integraban a la ciudad.

En su trabajo sobre los hoteles modernos de la Ciudad de México, la historiadora Martínez Figueroa (2019, p. 8-9) observa un cambio en la hotelería entre la década de 1920 y 1930, en la que los hoteles dejan de ser solo un sitio para pasar la noche y se convierten en espacios de fiesta, reunión y esparcimiento, incluyendo además “todas las comodidades y servicios que podría anhelar no sólo el viajero, sino el hombre moderno”. En este sentido, tanto el hotel Imperial como el Aldrete cumplen con estas características, pese a encontrarse muy lejos del centro del país, lo que nos lleva a proponer que, mientras en el centro de México, la hotelería trabajaba por idear hoteles modernos, para consolidar una tipología que para finales de los años treinta del siglo XX sintetizaba “un nuevo tipo de establecimiento que hospedó a la oleada de turistas extranjeros y nacionales que acogieron la idea de modernidad y confort que comenzó a propagarse”, en Mexicali, una ciudad periférica y fronteriza, poco atendida en las políticas nacionales de promoción turística, ya se contaba, desde las primeras décadas del siglo XX, con hoteles cuyas características espaciales respondían a las necesidades del viajero moderno.

 

Hotel del Norte

Una de las obras significativas de la hotelería de Mexicali es el Hotel del Norte (Figura 10), actualmente en pie y conservando su uso primigenio. Ubicado en el primer cuadro de la ciudad, en avenida Madero esquina con Melgar, este edificio comenzó a construirse en 1948. Se ubica donde anteriormente se levantaba El Gambrinus que, de acuerdo con pobladores de la ciudad, no se trataba de un cabaret más, sino que era el mejor restaurante de la ciudad y el espacio al que acudían las familias a bailar (González Félix, 2013). En 1947, luego de un incendio, los propietarios vendieron el terreno a César Ruiz Moreno, quien el 1 de enero de 1951 inauguró el recinto.


 

Foto en blanco y negro de un edificio

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Figura 10. Hotel del norte s.f. Fuente: Archivo Histórico del Municipio de Mexicali.


El Hotel del Norte permite comprender, por su estratégica ubicación, la simbiosis de los diferentes reflejos sociales de la ciudad y su evolución. Su construcción en concreto –traído del vecino país del norte– marca el inicio de la transición a la arquitectura moderna.8 Enmarcado por el pórtico distintivo de los inmuebles del centro de Mexicali, el hotel del norte hace un aporte formo-funcional que lo convierte en un hito visual, “sus fachadas oeste y sur se unen en la esquina con una curva formando un muro continuo con elementos distintivos en el inmueble como los cubos parasoles que resguardan las ventanas, más angostas en el paño interior” (Lucero y Pitones, 2010, p. 16) generando visualmente el efecto de mayor tamaño en su último nivel, a la vez que se refuerza con el pretil ochavado más alto en la esquina de unión.

Es necesario considerar que, para la época en que este hotel se inaugura, el turismo en la región había cambiado sustancialmente. Luego de la derogación de la Ley Volstead y la crisis financiera de los años treinta en Estados Unidos, el turismo se mantuvo en la frontera norte (Gómez Estrada y Villa, 2018, p. 14-15). Con la prohibición a los juegos de azar y las apuestas, establecida por Lázaro Cárdenas en 1935, el perfil del turista se modifica pues comienzan a entrar al país militares y marinos norteamericanos, hombres que buscaban servicios específicos, de manera que para 1940 los servicios de ocio perviven. Al respecto, las cifras presentadas por Gómez sobre la entrada de turistas a Tijuana ofrecen una idea del panorama:

Entre 1943 y 1947 el promedio diario de visitantes era de 2 mil, pero los fines de semana podían llegar a 54 mil, y durante los días festivos el número era mayor. El 4 de julio de 1949, según cálculos de la Oficina de Inmigración, unas 122 mil personas cruzaron la línea divisoria internacional en 35 mil automóviles, con el propósito de celebrar en Tijuana el día de la Independencia. (Gómez Estrada y Villa, 2018, p. 15)


 

 

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Figura 11. Hotel del norte s.f. Caminos del aire (diciembre de 1967). México, Compañía Mexicana de Aviación, p. 21.


Aunque estas cifras corresponden a la ciudad vecina, es de suponer que parte de este flujo de visitantes acudía a Mexicali, para entonces el turismo ya se había constituido como una industria de importancia en México que además de ganancias, había consolidado una serie de leyes, secretarías y asociaciones que daban cuenta de su institucionalización. En este sentido, este hotel dialoga con la nueva cara del turismo que ya se había formalizado en el país, que lejos del ocio, interpelaba al turista moderno, interesado en conocer la región o hacer negocios. Por su forma arquitectónica, nueva en la región, así como por los servicios que ofrecía, este inmueble fue rápidamente identificado como el mejor hotel de la zona, de ahí que alojara a varios presidentes mexicanos durante sus visitas a la ciudad.

En la revista Caminos del aire del año 1967, publicación de la Compañía Mexicana de Aviación, dedicada a dar a conocer rutas aéreas nacionales y promover ofertas turísticas, en el número dedicado a Mexicali, el Hotel del Norte es el único anunciado (Figura 11). Para entonces promocionaba 50 cuartos con baño, televisor y teléfono, aire acondicionado, estacionamiento propio, restaurante, bar turístico, elevador y música estereofónica, enfatizando además la ubicación estratégica del local (Caminos del aire, p. 21).

La novedosa estructura arquitectónica, así como la ubicación, hacen del hotel un caso que avanza a la par de una renovación tanto de la zona, como de los intereses en diversificar el alcance turístico para atender paseos recreativos, de negocios o médicos, entre otros. Para el momento de publicación de este anuncio, al edificio se le agregó una planta más, quedando de cuatro niveles, así como el elevador (el primero de la ciudad), y los baños al interior de las habitaciones que sustituyeron a las zonas de sanitarios por piso (Instituto Nacional de Antropología e Historia [INAH], 2006, p. 34); en tanto que la escalera y la fachada se remodelaron.

Para Martínez Figueroa, el calificativo de moderno en los hoteles mexicanos dependía, sobre todo, de los servicios y la comodidad que ofrecían. Puntualizando, la historiadora señala que:

Muchas veces, esto se encontraba directamente relacionado con los avances tecnológicos que se estaban llevando a cabo y que daban ese toque de innovación y de aires futuristas que llamaban tanto la atención, como era el caso de la calefacción o del aire acondicionado, el radio, la iluminación o el alfombrado. También incluía otro tipo de detalles que en los mesones y posadas del siglo XIX y hoteles de principios del XX generalmente no eran tomados en cuenta, como la limpieza de los baños y demás áreas de habitación o la calidad y pureza de los alimentos. (Martínez Figueroa, 2015, p. 75)

Al contrastar estas características con el caso de estudio que nos ocupa, podemos concluir que el Hotel del Norte es un espacio que dialoga con un turismo moderno e institucionalizado, el que por una parte abre paso al viajero tenía ya acceso a varios medios de transporte –automóvil, avión, tren– y por otra, encontraba intereses diversos en la ciudad.

 

Consideraciones finales

La arquitectura refleja en su función primigenia conexiones directas con el habitar; con el paso del tiempo ésta ha hecho simbiosis con actividades como el turismo, dando por resultado la creación de espacios que resuelven necesidades específicas de los visitantes. Este artículo permite visualizar los cambios evidentes en el turismo en la región noroeste de México, específicamente en la ciudad de Mexicali. A partir del esbozo histórico centrado en las motivaciones del viajero de la frontera de inicios del siglo XX, hasta su evolución al turista moderno, distinguimos tres etapas de desarrollo constructivo en la ciudad, durante las cuales los hoteles configuraron un circuito comercial, proporcionaron un servicio al turista y generaron identidad para los habitantes de la región.

Proponer el estudio de la figura del hotel supone indagar en las relaciones entre arquitectura, turismo y ciudad. El rastro que, como hemos delineado, han dejado los hoteles en Mexicali, es extenso. A partir del estudio de las primeras instalaciones hoteleras, se percibe un nuevo esquema de ciudad, como puede observarse en la figura 6, con lo que además se refuerza la idea de que el turista es concebido como parte fundamental de la estructura citadina de frontera. Conforme el desarrollo de la ciudad evoluciona, el turismo y sus intereses propician la transformación de equipamientos para otorgarle a esta urbe una cara que promueve la convivencia familiar con servicios adecuados para ello, reflejados en su traza urbana y su impacto arquitectónico, idea que se apoya en el caso de estudio del Hotel del Norte. En los términos planteados en este trabajo, observamos una variedad de intereses que impactan en la arquitectura para el viajero que, en la mayoría de los casos buscaba en sus salidas el franco divertimento. Esto requería que existieran actividades de ocio y vicio, así como una posterior regulación del juego, lo que generó una nueva perspectiva del turismo que pretendía ofrecer ciudades de ambiente familiar. Atendiendo a esta necesidad, Mexicali se reconfigura de múltiples maneras. Los discursos urbano-arquitectónicos que ordenaron los primeros cuadrantes de la ciudad y la construcción de hoteles modernos abrazaron esa nueva visión y dan cuenta tangible de ello.

Las formulaciones impresas líneas arriba, hacen evidente una pequeña zona de México que, por su característica fronteriza, se ha configurado atendiendo el contexto multicultural que denota una historia arquitectónica que paulatinamente transformó el interés de servicio original –divertimento enfocado en vició y prostitución–, por una nueva imagen en la que la convivencia familiar, los negocios o el sano divertimento funcionaran como incentivos para viajar a la capital de Baja California.

El hotel como obra arquitectónica de interés para comprender el desarrollo de una ciudad desde sus orígenes hasta la modernidad, es un objeto de estudio que merece un examen a profundidad. Todavía es necesaria una investigación hemerográfica que permita profundizar en aspectos fundamentales de la historia constructiva de cada uno de estos recintos, sin embargo, a partir de esta primera aproximación consideramos que en el hotel es posible identificar momentos históricos, transformaciones urbanas, rasgos arquitectónicos, así como valores de identidad.

 

Notas

1 Para mayor información sobre la historia arquitectónica de Mexicali y sus diversos abordajes, véase Velasco, L. y Terán, I. (2002); González González, A. M. y Robles Cairo, C. (2006); Robles Cairo, C. (2009); Velasco, H. M. Lucero, y Pitones, J. A. (2010) y Robles Cairo, C. y Calderón Aguilera, C. (2021).

2 En 1915 se establece el primer reglamento de las casas de tolerancia en Mexicali, bajo la presidencia municipal de Francisco L. Montejano. Para más información cfr, De La Torre, A. (2019).

3 “Para integrar la actividad turística a la vida nacional, el viajero obtuvo un sitio en la legislación durante el año 1926, cuando se cambió su apelativo por el de turista y se contempló en la reforma a la Ley de Migración de 1908” (Martínez, 2015, p.1).

4 Cfr. Calexico Chronicle, 29 de julio de 1922.

5 El 2 de mayo de 1968, Jack B. Tenner declaró al Calexico Chronicle que escribió la canción en el Cabaret Imperial.

6 Mencionado en nota de prensa en el Calexico Chronicle, 21 de junio de 1926.

7 Operado por Lamberto Esquer Parada, ubicado en Av. Reforma y calle Azueta. Destruido por incendio en julio de 1946 (Calexico Chronicle, 18 julio de 1946.)

8 El Catálogo de bienes inmuebles de valor cultural de Mexicali y su Valle (INAH, 2006, p. 33) señala en los datos históricos de este edificio que el material constructivo era importado de Estados Unidos pues era imposible conseguirlo en el país.

 

Agradecimientos

Rocío Ramírez Villalpando agradece al CONAHCYT por el apoyo para la realización de la estancia posdoctoral en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Autónoma de Baja California de la que deriva este artículo.

Georgina Cebey agradece a la maestra Cecilia Llampallas por facilitar la figura 11.

 

Referencias

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Rocío Ramírez Villalpando

Doctora en Ciencias de los Ámbitos Antrópicos. Profesora Investigadora Tiempo Completo. Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad Autónoma de Baja California. Blvd. Benito Juárez S/N, Unidad Universitaria. C.P. 21280. Mexicali, Baja California, México.

 rocio.ramirez23@uabc.edu.mx

https://orcid.org/0000-0001-7964-7058

 

Georgina Cebey Montes de Oca  

Doctora en Historia del Arte. Profesora-Investigadora Tiempo Completo. Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad Autónoma de Baja California. Blvd. Benito Juárez S/N, Unidad Universitaria. C.P. 21280. Mexicali, Baja California, México.

 georgina.cebey@uabc.edu.mx

https://orcid.org/0000-0003-2342-8416