Reseñas de libros                                                      REGISTROS, ISSN 2250-8112, Vol. 20 (2) julio-diciembre 2024: 162-164

ark:/s22508112/tjvjicyr5

Quat’Z’Arts : arte y fiesta en la École des Beaux-Arts de París

Andrés Avila Gómez

Grupo de investigación HiCSA, Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne, Francia

 

Imagen que contiene Diagrama

Descripción generada automáticamenteReseña de Isabelle Conte (2023). Quat’Z’Arts: l’art en fête à l’École des Beaux-Arts. Bruselas: AAM Éditions, 304 pp.

 

La historiadora de la arquitectura Isabelle Conte presenta en este libro los principales elementos desarrollados en su tesis doctoral (sustentada en marzo de 2021 en la École Pratique des Hautes Études - EPHE, París), que constituye la primera investigación detallada sobre el tradicional baile de Quat’Z’Arts de la École de Beaux-Arts de París (ENSBA): fueron en total 63 bailes, el primero de ellos celebrado en 1892 –por iniciativa del estudiante de arquitectura Henri Guillaume–, hasta el último celebrado en 1966 –suspendidos únicamente durante las dos guerras mundiales, y excepcionalmente en 1964–.

Este libro de gran formato (23 cm X 30 cm) está compuesto por dos partes: la primera, de 130 páginas ampliamente ilustradas en las cuales se presenta en cuatro capítulos la historia del baile de Quat’Z’Arts; y la segunda, conformada por un catálogo de imágenes a color que muestran al lector en un orden estrictamente cronológico una amplia producción gráfica que da cuenta del valor cultural y artístico del baile.

Una periodización del objeto de estudio sirve para organizar la estructura del libro: de 1892 a 1903, se trató fundamentalmente de un baile de disfraces; luego, hasta 1924 pasó a ser un gran baile inspirado en algún tema histórico; y desde entonces se convirtió en un multitudinario evento que reconstituía hasta los más mínimos detalles un evento histórico preciso. Partiendo de un ideal académico, el baile de Quat’Z’Arts permitía concretar un objetivo pedagógico: la unión de todas las artes.

Conte reconstruye la historia de estos 63 bailes de Quat’Z’Arts, revelando e interpretando su contexto y significado en el seno de la prestigiosa École de Beaux-Arts de París, centrando su mirada en el universo artístico y creativo desplegado en un evento festivo en el cual jugaron un papel fundamental los estudiantes de arquitectura de varias generaciones de la ENSBA, siendo ellos quienes dirigían la organización –no los jóvenes pintores ni los escultores o los grabadores–, y concebían apoyados en sus conocimientos históricos la estética del conjunto de productos fabricados en cada ocasión (decorados, trajes, impresos, todo un universo sonoro y visual).

Una pregunta se impone a lo largo de la lectura: ¿existió lo que podríamos denominar un arte Quat’Z’Art? La respuesta de Conte en la última parte del libro, es tajante: sí, tal y como lo demuestra la unidad estilística que se desprende de la producción material de todos esos años. La explicación lógica a esta constatación, reposa sin duda en la tarea desarrollada por el jurado que valoraba en cada edición las propuestas (afiches, etc.), con lo cual se seleccionaban siempre las propuestas creadas conforme al espíritu del baile de Quat’Z’Arts: todo pasaba a través de ese filtro. Humor y erotismo están siempre presentes en la iconografía “quatzartiana”.

La autora interpreta además la evolución del significado del baile de Quat’Z’Arts, inspirado desde su origen en las liturgias paganas de la Antigüedad, las fiestas medievales, los carnavales y desfiles: no fueron pocas las personas que en diferentes épocas se refirieron a este como una “orgía escandalosa”, cuando en realidad se trataba del más importante y espectacular baile de artistas en el mundo. Por lo general, los estudiantes que abrían cada nueva edición del baile eran los más brillantes de sus respectivas promociones: aquellos que obtenían el Prix de Rome o los residentes en la Casa Velázquez en Madrid.

El carácter efímero de estos bailes constituye la principal dificultad que la autora ha tenido que enfrentar durante la investigación, por lo cual la búsqueda documental y el enfoque metodológico resultan siendo de una novedad y una riqueza que saltan a la vista durante la lectura del libro. Los rastros dejados por el baile de Quat’Z’Arts alcanzaron diversas esferas –incluida la musical–: en la literatura, el teatro, el cine, la fotografía, la pintura; bajo la forma de litografías, afiches, dibujos y esculturas producidos por jóvenes artistas inscritos en la institución. Es así como descubrimos que varias decenas de espectáculos y de películas francesas, italianas y estadounidenses hicieron referencia al famoso baile: ya en 1908 con la comedia musical The Queen of the Moulin Rouge producida en Broadway, pasando por la inolvidable secuencia de Gene Kelly en el rol del pintor Jerry Mulligan en la película An American in Paris (Vincente Minnelli, 1951).

La recepción de cada uno de estos eventos por parte de la sociedad parisina también es analizada por Conte, que explora incluso cuestiones ideológicas y religiosas ligadas a los excesos que siempre rodearon el baile de Quat’Z’Arts: estado de ebriedad colectica, exhibición de la desnudez en público, provocación al estilo dadaísta, todo ello en un ambiente asociado a visiones sexistas, racistas y colonialistas, que en el caso de un estudio como este pueden prestarse fácilmente para polémicas estériles.

Ampliamente ilustrado, Quat’Z’Arts: l’art en fête à l’École des Beaux-Arts nos muestra a través de representaciones y fotografías, los desfiles de carrozas, los reinados de mujeres desnudas o semi-desnudas, las fiestas bajo el consumo desaforado de vino, los grupos de baile dando su espectáculo entre el Louvre y la ENSBA: en últimas, una especie de trance pagano que tenía todos los componentes para incomodar a la burguesía de la Tercera República (régimen republicano en Francia entre 1870 y 1940) como también a los maoístas de los años 1960.

El catálogo, titulado “Las reliquias de la fiesta” reúne 176 imágenes que incluyen afiches anunciando los concursos de diseños; afiches oficiales del baile; tarjetas de entrada al baile; placas metálicas portadas por los asistentes; fotografías y recortes de prensa que dan cuenta de los eventos; y obras artísticas que hacen alusión al baile. Los títulos de los bailes organizados desde 1924, estimulan por sí solos la imaginación. En 1926: La fiesta del sol de los Incas; 1932: La entrada triunfal de Ramsés II a Tebas; 1933: La Corte de Nabucodonosor; 1934: Los Vikingos; 1939: El saqueo de Bizancio por los Turcos; 1948: Los Aztecas; 1949: Los Samurais; 1954: Los diez mil suplicios de Hoang-Tung; 1961: La Noche de Walpurgis; 1965: Las Bacanales en Esparta.

 

Andrés Avila Gómez

Arquitecto (Universidad de Los Andes). Magister en Urbanismo (Universidad Nacional de Colombia – Bogotá). Magister en Ville, architecture, patrimoine (Université Paris 7 Diderot). Doctor en Histoire de l’art (Université Paris I Panthéon-Sorbonne). Grupo de investigación HiCSA. Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne. 27 avenue du Plessis / 92290 Châtenay-Malabry, France.

andresavigom@gmail.com

https://orcid.org/0000-0003-3883-2737